viernes, 29 de junio de 2007

Las “escuelas del campo”


En los ámbitos rurales existen problemáticas asociadas con el silencio, el aislamiento y la escasa disponibilidad de encuentros sociales. No obstante en las escuelas del campo, un lugar privilegiado de arraigo de la comunidad, es posible encontrar experiencias de trabajo solidario y creativo, generando alternativas que posibilitan una mirada más integral..
En el marco del respeto a las identidades culturales, es necesario profundizar la reflexión y el análisis de los procesos que inciden en estas escuelas.

Para comenzar a tirar de la cuerda...

Los diferentes actores en el área rural necesitan hoy una educación y una formación que difiere sustancialmente de la que disponían en otros períodos. Para poder repensar la educación en las áreas rurales se requiere analizar las características del sector y considerar el lugar de la educación rural en el debate actual sobre el sistema educativo.

El gran desafío es erradicar la pobreza como “modo de vida” ( y el convencimiento de los grandes grupos de poder de que “pobres siempre existirán” y de que “algunos gustan de esa forma de vida”). Las consecuencias de la misma, tales como la desigualdad, la falta de respeto de los derechos humanos fundamentales, la salud, la ausencia de conocimientos y competencias, así como la exclusión social para miles de personas, la “naturalizan” en todas las expresiones posibles.

¿Por qué comenzar con esta aseveración? Porque es un dato alarmante que el 55% de los pobres de los países en desarrollo viva en las áreas rurales. Nuestro país no es la excepción, están atrapados en un círculo vicioso (intencional y planificado por las políticas neoliberales) que los excluye sistemáticamente de las posibilidades de acceder a la educación, empleos remunerados, nutrición adecuada, infraestructura y comunicaciones.

El acceso, la permanencia y el egreso de los procesos educativos es un serio problema en las áreas rurales (cualquiera sea el nivel de los circuitos formales del sistema educativo). Por ello las determinaciones en el campo educativo y la formación de los sujetos son cruciales.

Los diferentes actores en el área rural necesitan hoy una educación y formación que difiere sustancialmente de la que disponían en otros períodos. Es tarea obligada construir una evaluación de la complejidad del entorno rural.

¿A qué llamar entorno rural?

Dentro del espacio rural se encuentran, además de agricultores, una amplia variedad de comunidades que practican diferentes trabajos. Muchas de ellas viven en pequeñas poblaciones y áreas periurbanas. Sus necesidades de información, educación y prácticas a menudo difieren de quienes se dedican a la agricultura y, en mucha menor escala a la ganadería, ya que estos dos últimos viven en las zonas más aisladas del área rural. Se necesita además una definición más minuciosa de “desarrollo rural” que comprenda la agricultura, la seguridad alimentaria, la educación, la infraestructura, la salud, la formación y capacitación para quienes no están empleados en las explotaciones agrícolas y ganaderas, las instituciones rurales y las necesidades de los grupos más vulnerables.

Por lo tanto se deberán revisar las estrategias de concentración en las políticas educativas y de desarrollo rural en los niveles secundario y superior.

Sintetizando, y para poder repensar, la educación en las áreas rurales requiere de dos cuestiones:

- Analizar las características del sector rural
- Considerar el lugar de la educación rural en el debate actual sobre el sistema educativo.

Las diferentes percepciones y representaciones de lo que es “rural” dificulta las comparaciones. En principio es importante definir o construir criterios que signifiquen a “rural”, de modo que podamos proyectar en políticas educativas.

Consideramos pertinente aseverar que la definición debe contener dos criterios bases:

- Estar relacionada con el lugar de residencia y el patrón de ocupación de la tierra. La “zona rural” es generalmente un espacio abierto, con baja densidad de población. Una elevada proporción del área no habitada o de tierra utilizada se destina a la producción primaria (minería, agricultura, ganadería, forestación, pesca).

- Estar relacionada con el tipo de trabajo que realizan sus residentes. Los habitantes de estas zonas dependen en gran medida -directa o indirectamente- de estas actividades primarias de producción como sus principales, si no las únicas, fuentes de subsistencia.

Algunos datos para tener en cuenta:

- Se calcula que durante las tres próximas décadas, la mayoría de la población seguirá siendo rural. Representara todavía más del 55% del total de la población en 2030. En otras palabras, el desafío de desarrollo estará relacionado fuertemente con las tendencias y condiciones de las áreas rurales.

- La decreciente atención que se presta a las cuestiones rurales (especialmente en el área educativa) se debe en gran medida a las tendencias de focalizar la atención en la urbanización y sus múltiples implicaciones. El siglo XX fue testigo de una importante redistribución de la población hacia las áreas urbanas

Mientras que en 1960 el 66% de la población vivía en áreas rurales, esta proporción se muestra fuertemente disminuida hacia el 2000. La movilización social y la pobreza “jugaron” como condicionantes para la concentración en las zonas urbanas (tener empleo, sus hijos escuelas, mejorar sus condiciones de vida).

A menudo, la ruralidad es sinónimo de pobreza. Los niveles de ingreso siguen siendo más bajos en las zonas rurales que en las ciudades y una mayor proporción de la población vive por debajo de la línea de pobreza.

De allí, que la discusión de las problemáticas de la educación rural nos convoca a encontrar alternativas. No en forma segmentada o fraccionada, no dentro de objetivos de políticas focalizadas, sino con el propósito y la intencionalidad de:
- Universalizar los distintos niveles de la educación en el sistema educativo.
- Avanzar en materia de igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer.
- Reducir la tasa de mortalidad infantil.
- Implementar estrategias a fin de construir políticas públicas que reviertan la pérdida de recursos del medio ambiente.

Muchas cuestiones para abordar, pensando que se deberá entramar lo político, lo social, lo económico y lo educativo en la posibilidad de
- otra distribución de la riqueza;
- el reconocimiento del conocimiento “propio”;
- la organización de enfoques participativos;
- el énfasis en la participación de la comunidad;
- construcción de relaciones de fuerza social y política para disputar en el Estado políticas estructurales;
- construir una visión de desarrollo integral;
- la comprensión de la complementariedad de la relación urbano / rural.

Por Marta Suárez, Escuela Pedagógica y Sindical “Marina Vilte” del SUTEBA.
Publicado en el Suplemento Digital de la revista "La Educación en nuestras manos" N° 38; junio de 2007

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