jueves, 5 de julio de 2007

Un horror anunciado


Lo siguiente fue publicado en la LIEDU, lista de información educativa del Portal Nueva Alejandría de la cual participo

Bajo el título "Cada vez más hoteles y bares con niñofobia", el diario La Nación ha publicado ayer una nota alarmante. Extraigo de ella algunos párrafos:
"Los chicos y los padres ya no son bienvenidos en todos lados. Suena antipático, pero, poco a poco, empezó a vislumbrarse en hoteles y restaurantes de la Argentina una curiosa política de admisión, por la cual no se permiten los niños. ¿El motivo? Resultan molestos para el resto de los clientes.

"(...)El apetecible mercado que abrieron en el país los “niñofóbicos” –como se denomina a esta legión cada vez más numerosa– comienza a imponer ciertas condiciones en hoteles y posadas de lujo.

"En muchos pueden leerse carteles que indican: “Sin chicos”; “Política de admisión: mayores de 12 años”, o el eufemístico “Por seguridad, no se aceptan menores”.

"Se trata, en su mayoría, de “ambientes libres de chicos” con un público de altos recursos económicos y con una fuerte afluencia de turistas extranjeros.

"(...)La libertad de los niños, al parecer, colisionó contra la pared de un mercado -uno de los pocos, cabría añadir- que los rechaza por sus características intrínsecas e ineludibles: jugar, hacer ruido, etcétera, etcétera.

"Es que mientras en Europa, en los Estados Unidos y en Japón las políticas de admisión sobre los niños fueron imponiéndose y hasta son ampliamente aceptadas, en la Argentina la tendencia es muy reciente. Y no son pocas las quejas y las controversias que se plantean en torno a ello.

"(...)Consultada al respecto, la titular del Instituto Nacional contra la Discriminación y el Racismo (Inadi), María José Lubertino, señaló que no había recibido denuncias por discriminación sobre esta nueva política de admisión. "

Nota completa en http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=922817

A tono con lo que hemos estado charlando en estos días sobre los niños violentos y antisociales en la escuela, me permito agregar esta información al debate.

Personalmente ya sabía de estas "políticas de admisión" por parientes que viven en Europa, más precisamente en Alemania, donde suele prohibirse la entrada de niños a los restaurantes al mismo tiempo que se estimula la concurrencia con mascotas. Allí es posible ver a personas compartiendo el almuerzo con sus perros falderos... ¡en un ambiente libre de menores de edad!

Esto me provoca dos reflexiones inmediatas: la primera, que así como todo lo bueno que hay afuera nos llega, tarde o temprano, también importamos las más absurdas conductas sin que nadie alce la voz para impedirlo. La segunda, que una vez más podemos comprobar a qué extremos nos lleva ese progresismo híper tolerante que, por despreciar los límites de la razonabilidad, finalmente se ve obligado a imponernos los límites de la desesperación.

Este es el resultado de una cultura libertaria que ha despojado a la familia y a la escuela de su rol de formadoras del carácter y la autodisciplina. ¿De qué modo sociabiliza la escuela a los niños si los produce caprichosos, agresivos y petulantes con la excusa de darle curso a sus "derechos" y estimular su autonomía, a la que solo se entiende como "independencia de las reglas sociales"? ¿Cómo se traduce la conducta permisiva y la apatía de los padres frente a las veleidades infantiles? Pues exactamente en esto que ahora se rechaza como "molesto" para huéspedes y comensales.

A veces me asusta la ingenuidad de quienes no pueden ver simples relaciones de causa y efecto. Tolerar demasiado termina exigiéndonos una intolerancia mayor que la que creímos combatir. El extremismo de la permisividad conduce irremediablemente al extremismo de la represión.

Admitir que la inconducta infantil se ha vuelto tan común como para que hoteles y restaurantes prohíban la entrada de niños a sus instalaciones, equivale a conceder que la educación ha fallado, que esos niños no han aprendido nada de urbanismo, que ya no se puede hacer nada más con ellos salvo excluirlos. ¡Y todavía nos quejamos porque la escuela quiere desprenderse de un solitario antisocial!

Cuando los carteles anuncien "prohibido el ingreso de menores", "no aceptamos niños", o peor aún, el falso "por seguridad no se permite el ingreso de niños", ¿qué diremos a nuestros hijos? ¿Qué sensación les quedará a ellos?

A la funcionaria del Inadi, que se quede tranquila. Cosechará lo que ha sembrado, porque en Europa, donde mirar de costado a un homosexual puede llevarnos a la cárcel o rechazar a una mujer para un trabajo puede acabar en un juicio que destroce nuestras finanzas, dejar fuera de un hotel a un niño bajo la presunción de que puede alborotar no es considerado "discriminación" sino un "derecho del cliente". Auguro que el mismo criterio acabará imponiéndose entre nosotros, alejados provincianos que, tarde pero bien, siempre terminamos recibiendo las migajas de la cultura imperial... ¡y a veces hasta el pan entero!

¿Qué opinan ustedes?

Hugo M. Castellano (Webmaster)
Nueva Alejandria
El Portal de los Educadores
http://www.nalejandria.com
Premio INFOLAC 2004
Mejor portal de Formación Docente
Contexto Educativo (Director)
Revista Digital de Educación y Nuevas Tecnologías
http://contexto-educativo.com.ar




Comentario Editorial

Esta conducta se viene gestando desde hace muchísimo tiempo, recuerdo que, cuando integraba una Comisión de Familia, una autoridad muy lúcida y profética, nos había dicho que no nos asombráramos de lo que veíamos en la Argentina porque lo peor todavía no nos había llegado. Y también que, cuando los países de Europa y también los Estados Unidos, estaban revirtiendo sus políticas demográficas por haber llegado a la conclusión que se iban a quedar sin población o con una población envejecida, sin niños ni jóvenes. Pues bien, algo de éso ya sucedió, ya pasó, y ahora se ofrecen miles de euros a quienes se "atrevan" a tener hijos.

Nada es gratuito y nosotros estamos pagando a los Organismos Internacionales lo que nuestros políticos negociaron a cambio de préstamos. Mucha gente que conozco asistió a los Foros Internacionales en los cuales Lubertino y compañía pelearon por la igualdad de género, por equiparar las uniones homosexuales a las heterosexuales y todo con una meta: eliminar a los niños, evitar los nacimientos y por sobre todas las cosas, apuntar a la salud reproductiva, que de salud no tiene mucho pues muchos de sus métodos son insalubres y GASTAR los subsidios internacionales (FMI, OMS y otros) en medicamentos, insumos y demás para "prevenir" embarazos y/o evitarlos induciendo al aborto.

Lamentablemente los derechos humanos que tanto defienden algunos sectores, no tienen nada de derechos y menos, humanos porque el mayor de ellos no se respeta: EL DERECHO A LA VIDA DIGNA desde el nacimiento hasta la muerte natural. Y el término "DIGNA" incluye, trabajo, salud, vivienda, educación, etc. todos derechos humanos que se derivan del derecho a la vida.

No nos sorprendamos entonces que discriminen a los niños, no los quieren, y tampoco a los ancianos. ¿Lo que vendrá después de la legalización del Aborto?, la EUTANASIA, mal llamada "muerte digna" para los ancianos. Y ojo que ancianos seremos quienes no produzcamos, quienes no trabajemos, así que de los cuarenta en adelante todos podremos ser sujetos de eutanasia ante cualquier defecto, enfermedad, etc.

La mayoría de la gente defiende "una parte" de los derechos humanos, "una parte" de la vida, "una parte" de un TODO, que no es la suma de las partes sino un valor en sí mismo, LA VIDA HUMANA.

Remito a quienes les interese a leer los protocolos de Kyoto, el Informe Kissinger, y las Conclusiones de las Conferencias de Beijing. Nada es, ni casual sino que forma parte de las políticas internacionales que los países ricos les imponen a los países pobres y muchos malos políticos aceptan. Decir estas cosas hace unos años era ser mirado como loco pero, gracias a Dios, estamos tomando cociencia a partir de la experiencia...como siempre. Me dan ganas de seguir informando sobre estos temas, tendríamos que apuntar a formarnos en Bioética, por ejemplo, porque esclarece la mente informándonos con datos precisos.


María Inés Maceratesi

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