miércoles, 19 de noviembre de 2008

Leves consideraciones sobre la píldora del día después


Por Agustín Cabré Rufatt

Borrascosa le ha resultado al gobierno de la Dra. Michelle Bachelet la dictación de “Normas nacionales para la regulación de la fertilidad”: todo el discurso se ha concentrado en la distribución de la llamada “píldora del día después” en los consultorios a las chicas menores de 14 años.Los obispos emitieron de inmediato una protesta formal que ha sido distribuida masivamente en templos y comunidades.Para ellos, el llamado “anticonceptivo de emergencia”, puede tener efectos abortivos. En realidad nadie sabría explicar cómo puede haber aborto donde no ha habido concepción, y en este punto es donde se da la batalla final: la vida ¿surge por arte de magia desde el mismo instante de la copulación o empieza realmente desde la anidación cuando puede iniciar su proceso vital sostenible? Para la doctrina hasta ahora oficial de la Iglesia católica, es desde el primer instante de la concepción, y al decir esto, deja las cosas en el mismo terreno discutible: ¿En qué momento se puede hablar de “concepción”? ¿Cuando es un proyecto de ser o cuando ya logra el habitat para que el proyecto se transforme en un nuevo individuo? Porque si apuramos mucho el argumento católico, podría ser abortiva hasta la masturbación.

Las tareas de la píldora

Con acierto, los obispos dicen que debe abrirse el tema a “las Comisiones del episcopado e instituciones de Iglesia, a las Universidades Católicas y centros de pensamiento, y a otros expertos, un análisis exhaustivo de esta normativa”, porque el asunto, en realidad, no fue muy dialogado antes que la Ministra diera el campanazo. Pero a uno de los primeros a quien los obispos deberían preguntar sería al Dr. Horacio Croxatto, precisamente uno de los más distinguidos investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas de la propia Universidad Católica. Y la respuesta del Dr. Croxatto los dejaría más atribulados. Escuchemos:

“Cuando una mujer toma la píldora anticonceptiva de emergencia dentro de las primeras 72 horas después de un coito, es posible que ésta impida la ovulación si aún no ha ocurrido, que interfiera con la migración de nuevos grupos de espermatozoides desde el cuello uterino hasta la trompa o que interfiera con el proceso de adhesión y capacitación de los espermatozoides en la trompa. A través de cualquiera de estos mecanismos es que la píldora puede impedir la fecundación. Los datos disponibles en la literatura científica no proveen ninguna evidencia de que el levonorgestrel impida el embarazo por un mecanismo que implique eliminación del embrión ya sea antes, durante o después de la implantación. Tampoco hay evidencia de que nunca lo haga. La inhibición de la ovulación y la alteración de la migración espermática son los únicos mecanismos comprobados hasta el momento”.

El “régimen de Yuzpe”

Para el común de los mortales, el nombre del médico canadiense Albert Yuzpe los deja en la frialdad más absoluta. El asunto empieza a entibiarse cuando se sabe que el Dr. Yuzpe fue el “bautizó” con el nombre de Píldoras Anticonceptivas de Emergencia (PAE) las dichosas pildoritas, de las que el Levonorgestrel de 750 mg. (el nombre comercial es menos complicado: Postinor-2) es el más conocido. Un fármaco que las mujeres deben ingerir lo antes posible, para ingerir una segunda unas doce horas más tarde.

”Es un método anticonceptivo y no abortivo, como lo son otros medicamentos que se utilizan en otras partes del mundo, los que ni siquiera están en estudio en nuestro país”, señala el Dr. Antonio Cavalla. Añade el médico chileno que “hay que tener claro es que la PAE no es un método anticonceptivo masivo y no protege de las enfermedades de transmisión sexual, ni del VIH-SIDA. El condón bien usado sigue siendo el Método Anticonceptivo (MAC) más recomendado para parejas”. La propuesta oficial de la Iglesia Católica va por otro lado: ni condón, ni métodos de control artificiales, ni abortos, ni relaciones sexuales anteriores al matrimonio con firma ante la ley y la mirada atenta de algún ministro religioso como testigo.

El campo valórico

Pero más allá de la cuestión médico-científica, en este tema se están jugando muchos valores humanos: la mujer sigue siendo objeto de bombardeos químicos en los temas de sexualidad; es ella la que siente atropellados sus derechos en el terreno reproductivo y ha salido a defenderlos; es ella la que tiene que elegir la respuesta adecuada ante la incursión masculina: o hace “huelga de piernas cruzadas”, o se somete a la ley universal de la maternidad, o acude a los elementos químicos o mecánicos de control previo, o se somete a las cirugías abortivas que le demuelen la siquis, el cuerpo y la memoria. Los abortos, por ser vida asesinada, jamás se van por los callejones del olvido.

En este sentido, los obispos salen en defensa de la dignidad de la mujer. La propuesta católica es acentuar la formación en valores cristianos que a la vez son también valores humanos. Excelente como ideal. Pero un desastre como respuesta a los problemas que hoy acucian particularmente a las capas sociales más empobrecidas por el sistema.

La voz de los pastores

Dicen los obispos: ”El Chile que anhelamos para el Bicentenario es aquel donde no hay discriminación contra la mujer; es aquel en el que no decrece la natalidad, convirtiéndonos en un país con pocos niños; es aquel donde las brechas sociales se cierren de modo que todos tengan derecho a nacer, sin importar el medio socioeconómico donde han sido concebidos. Es nuestra responsabilidad, como miembros de una sociedad, asegurar el desarrollo de la familia y de sus hijos, y no impedir que algunos no lleguen a nacer porque las injusticias les auguran un mal futuro. Ese futuro justo, equitativo y solidario lo podremos construir con miradas integrales, con valores humanos que respeten y promuevan la dignidad de las personas, y no con meras medidas de “emergencia”. Los creyentes en Cristo tienen una palabra que decir al respecto”.

Bien por los obispos. Así nos gustaría también que hablaran para denunciar a los deformadores de valores, empezando por el propio Canal de TV que lleva el nombre de la Iglesia. Así nos gustaría escucharlos para denunciar el sistema perverso que fabrica mayorías empobrecidas y minorías opulentas. Así nos gustaría verlos en la defensa del la población condenada a ser consumidora de propagandas: la gente común que se envenena cada día recibiendo las andanadas del comercio, de la banca, de la moda, de la banalidad, de la prensa dedicada a la farándula.
Sin embargo, se puede sospechar que su postura radical ante la PAE les nace a los pastores por varios partos mentales; seguirán oponiéndose a ella aunque ya no existan “injusticias que auguren un mal futuro” a la infancia; aunque no hubiere “discriminación contra la mujer”; aunque se diera un “fuerte impulso a la natalidad” en el país; aunque se inventara la píldora o la crema o el agüita de hierbas del día antes. La doctrina católica está fuertemente marcada por el trauma de todo lo referente al sexo. Y si ese campo de actividad se favorece de algún modo con medidas como la anunciada por la Ministra, a un carrete sexual para adolescentes, el asunto se pinta de inmediato con colores de guerra.

La voz del Estado

En la pared del frente, está la opinión del gobierno. Piensa que al distribuir la PAE en los consultorios populares estaría procediendo con un criterio justo y democrático. Porque la píldora se usa desde hace unos 20 años en los sectores pudientes de la sociedad sin que hasta ahora se haya escuchado la voz de los críticos.

Hay una cuestión de género: se dice que la mujer, incluso la proletaria, está asumiendo con esto el control de su propia sexualidad: será madre cuando quiera y no cuando “le toque”. Así conquista un derecho. Que cuando empieza la pubertad empiece ya a manejar su sexualidad, ciertamente es un derecho. Y desde ese momento podría ocupar los medios de control que le da el Estado, si no ocupa los otros medios (dominio personal, atención a los consejos de sus padres, influencia religiosa, proyecto de vida con visión de futuro, libertad ante la presión genitalista de los mass media, el respeto a una maduración física, síquica y espiritual progresiva e inteligente).

Dice el Gobierno: “el Gobierno no impone conductas, sino que pone a disposición de la población opciones con las cuales nos hacemos cargo de una realidad de nuestra sociedad: el inicio cada vez más precoz de la actividad sexual en los jóvenes y el embarazo de las adolescentes, entre otros. De esta forma, cumple con su responsabilidad ante la sociedad, preferentemente con los más desvalidos. Concordamos en que el espacio privilegiado para tratar la sexualidad y la educación sexual es la familia, complementada por la escuela.

Sin embargo, la realidad evidencia que a veces estas dos instancias no son suficientes. La realidad insoslayable es que en las comunas más modestas las madres menores de 18 años representan sobre el 20%. En cambio, en comunas acomodadas representan el 2%.Por ello, corresponde abordar esta carencia a través de una política pública responsable”.

Conclusión

Así está el panorama en este momento. Dos visiones enfrentadas que anticipan una guerra de declaraciones. Al final, las empresas yanquis y europeas que fabrican los anticonceptivos igualmente sacarán buenos dividendos.

El asunto de la sospecha de totalitarismo que tanto resquemor causó en el gobierno es solo una frase que se lleva el viento. Mayor control y presión a nivel de conciencia ha provenido siempre desde la iglesia en este campo.

Pero si a propios hijos la legislación social en el país, desde hace mucho tiempo y sin que nadie protestara, los ha llamado “cargas”, ¿qué se puede esperar? Misterios del cosmos en el que vivimos.

Agustín Cabré Rufatt

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