martes, 13 de noviembre de 2007

Mi amigo el exorcista


Por: Sor Lucía Caram O.P

Hace unos meses me llamó un buen amigo dominico y me dijo: “-Lucía, el arzobispo de Barcelona, me acaba de nombrar exorcista de la arquidiócesis”.

Confieso que sabía que existían aun los exorcistas por algunas declaraciones que me sonaban a excéntricas del famoso padre Fortea- y mucho pintorescas o patéticas después de visitar sus páginas web en las hay una importante exhibición de fotos suyas- pero ignoraba si tenían trabajo, y si la gente acudía a estos “servicios”.

Le dije: “-Juanjo, me alegro porque supongo que la gente que irá a ti es gente que sufre, y a la que podrás ayudar. No sé cuál es la causa del sufrimiento, física, moral, psicológica, o todo a la vez. Lo otro, la verdad, me cuesta de creer.” Mi amigo me dijo: “-Lucía los curas y las monjas son los más escépticos para creer en estas cosas.” Como el Padre Juan José Gallego O.P. es un buen amigo y confío absolutamente en su sentido común, le dije que ya sabía que podía contar –como siempre- con mi cariño, oración y lo que necesitara.

Pasadas unas semanas compartí en el locutorio del Monasterio una conversación con un grupo representativo de la Ciudad y alguno de ellos, a raíz de un reportaje televisivo que habían emitido, estaban inquietos con el tema de los exorcismos. Notaron mi escepticismo, y alguno incluso me cuestionó este hecho. Les dije que tenía una amigo que habían nombrado exorcista y que lo invitaría para que hablaran con él, que seguro hablaría con más autoridad de un mundo que desconozco y que la verdad, no me inquieta demasiado. Me hizo pensar tanta inquietud e interés.

Bien, esta semana, a instancia de mis amigos, le invité al Padre Juanjo a la televisión para hacerle una entrevista. Comencé diciendo: “La película del Exorcista nos ha hecho conocer de cerca el mundo de la lucha contra el mal, concretamente contra el diablo. Muchos han visto el film como una película más de terror, otros como una de ciencia ficción, y otros con grandes interrogantes.

La gente intenta ser escéptica con el tema del diablo, pero cuando se habla a fondo, pocos quedan indiferentes. Unos niegan su existencia, otros la afirman tanto, que parece que perdemos la libertad y somos esclavos de las fuerzas del mal, y se olvidan del bien, y que Dios es más fuerte, y que las personas somos libres para decidir. Santiago -1,14- decía que Dios no nos tienta, sino nuestra propia concupiscencia".

Comenzó la entrevista y me explicó que estas semanas había tenido unos casos que le habían impresionado mucho. Que cuando él actuaba sabía que no era él quien expulsaba al demonio, sino que lo que hacía lo hacía en nombre de Dios; que al principio tenía miedo, pero que ahora se sentía muy reconfortado por la oración, etc.

Me llamó la atención -y aquí quería llegar- su afirmación de que la gran mayoría de gente que va a verlo, es gente que ha estado en grupos satánicos, en temas de brujerías, de tiradas de cartas, en magia negra, wija, etc. Casi todos jóvenes que lo han probado todo, y que han quedado tocados, enganchados y destrozados.

En una sociedad en la que cada vez estamos más secularizados, en la que parece que pasamos hasta de Dios, la gente busca, necesita creer en algo, y es fácilmente vulnerable por los inescrupulosos, que a cualquier precio se dedican a destrozar la vida de las personas.

Cuando acabé la entrevista vino a mi mente aquello de Paulo Coelho: “Conozco a Satanás: cuando te paras se te pone delante y te desafía con una tentación. Los hombres son capaces de crear demonios artificiales. Para destruirlos, basta con no darles poder.”
El poder lo tenemos nosotros, y consiste en vivir la vida con normalidad, aceptar los acontecimientos como se presentan y procurar ser dueños de nuestros actos. El poder nos lo da, ¡que duda cabe!, el saber que hay UNO que ha vencido a la muerte y al pecado, que VIVE y que “ya nos ha sentado” con el Padre en el Banquete de la Vida.

San Pablo en la Carta a los Romanos -8,31-39 nos da la clave para vivir sin miedos y sin fantasmas, con confianza y libertad, sabiendo que nada ni nadie nos apartará del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús:
"Si Dios está con nosotros, ¿quién estarà contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que está a la diestra de Dios, el que intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, manifetsado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

www.dominicos.org/manresa

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