miércoles, 1 de agosto de 2007

El transporte y su implicancia ambiental social y espiritual

Los medios de transporte utilizados habitualmente para el traslado diario en la ciudad de Buenos Aires son, mayoritariamente, el automóvil, el colectivo, el subte, el tren y, en menor pero cada vez más creciente numéricamente, la motocicleta y la bicicleta.

El automóvil: es el de mayor confort pero también el de mayor costo de mantenimiento. La emisión de gases tóxicos, la velocidad y la cantidad de choques y atropellamientos es alto porque muchos, al volante, olvidamos las normas de tránsito y salteamos las normas de seguridad y mantenimiento del vehículo.



El colectivo: es un medio económico ya que, en la ciudad de Buenos Aires, el costo del boleto es de $0,80 y la cantidad de líneas, rutas de desplazamiento y paradas cada dos cuadras, beneficia el acercamiento al lugar de destino.
Un grave inconveniente es que, a veces, se presentan dos o tres unidades seguidas y hay que esperar luego entre quince y veinte minutos para la próxima. Es el medio más cuestionado por la emanación de gases tóxicos, la velocidad, el desprecio de los choferes por las normas de tránsito, unidades que se paran en la mitad de las bocacalles y obstruyen el movimiento normal de los demás, etc.



El subte ( subterráneo o metro): viajar en él nos cuesta $0,70 y, conociendo las estaciones en las que se pueden hacer combinaciones, podemos viajar por los trayectos de las cinco líneas con el mismo abono. La frecuencia no excede de cuatro o cinco minutos y, junto con el tren, es el medio de mayor celeridad. La cercanía entre las estaciones (entre cuatro a ocho cuadras), su escasa influencia en la contaminación y su tránsisto por conducto y vía propios, lo convierten, por el momento, en el mejor y el preferido de la mayoría de los usuarios. Para el año 2008 se prevén nuevas habilitaciones en diferentes puntos de la ciudad.



El tren: es el más barato en cuanto a la proporción costo/distancia recorrida. La frecuencia entre formaciones de alcance urbano-suburbano, suele oscilar entre los siete y los doce minutos dependiendo de las diversas líneas y sus ramales. Es sin embargo, el transporte donde priva la inseguridad: el arrebato es cosa de todos los días y en ocasiones con saldo trágico. La higiene es escasa; hay líneas, como el ex Roca, donde los vagones están llenos de basura, los asientos están rotos y faltan los vidrios de las ventanillas. El corte de tránsito que producen sus barreras hace que la abundancia de automóviles en espera de seguir su camino, lancen al aire gran cantidad de gases tóxicos. Si bien la propulsión eléctrica no produce contaminación en cuanto a la propagación de gases nocivos, no olvidemos que ésta depende de una usina que provee su fluido. Algunas líneas como en el ex San Martín el el ex Roca, poseen ramales con máquinas diesel.


La contaminación que produce el tráfico de los distintos transportes no está solamente ligada a la combustión de los diversos fuidos que los impulsan, sino que el rodamiento y el frenado son otros dos grandes coadyuvantes de la salud del medio ambiente.


La emisión de gases como el monóxido de carbono, los compuestos nitrosos, el dióxido de azufre, el sulfuro de hidrógeno y las grandes cantidades de dióxido de carbono, junto con la liberación de amianto, el plomo, las partículas de carbono y los compuestos de benceno, son productores de la mayoría de las patologías cardiorrespiratorias y oncológicas; también esto mismo conlleva al deterioro de todo el sistema vegetal y animal.


La gran concentración de vehículos y personas en algunas zonas de las ciudades, la interacción de los diversos gases y las micropartículas contribuyen a la producción de grandes cantidades de ozono y a la formación de la llamada lluvia ácida. No debemos olvidar que todos estos contaminantes son perjudiciales a lo que llamamos la red trófica (alimentaria) y si destruimos eslabones de esta cadena, ya sean los primarios (vegetales) como los secundarios (animales), estaremos tirando por la borda la vida que Dios nos ha ofrecido para que disfrutemos el camino hacia Él.

Les dejamos estas preguntas para poder reflexionar, recapacitar y, en ciertos casos, responder:


  • ¿Somos conscientes los habitantes de las ciudades del don y privilegio de poseer a nuestro alcance los diversos medios de transporte?

  • ¿Disfrutamos el viaje y lo que nos rodea durante el mismo (gente, parques, edificación...)?

  • ¿Sabíamos que las centrales que proveen energía eléctrica a los transportes urbanos (subtes y trenes) por ser térmicas emiten gran cantidad de estos gases nocivos?

  • ¿Estamos al tanto de la cantidad de accidentes y de las víctimas, muchas veces fatales que los medios de transporte provocan?

  • ¿Conocíamos que el mayor porcentaje de esos accidentes fatales corresponde a la franja entre los 25 y 35 años?

  • ¿Somos solidarios y conscientes de nuestros deberes con los demás?

  • ¿Hacemos respetar y respetamos sendas, cordones, asientos para discapacitados, ceder el asiento a personas mayores, etc.?

  • ¿Seguimos mínimas reglas de higiene como la de no tirar residuos en la vía pública o dentro de los medios de transporte?

  • Tratemos de disfrutar nuestro recorrido desde la partida, durante el viaje y a la llegada. Contemplemos y gocemos durante nuestros viajes la vida que Dios nos ha regalado.

Fuente: "La problemática de los medios de transporte", disertación del Lic. Luis Domínguez y la Prof. Estela M. Torrent

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