jueves, 15 de mayo de 2008

Las palabras crean la realidad

“Cambiemos nuestras conversaciones y crearemos un mundo distinto”

Humberto Maturana


Durante décadas se abordó el estudio y análisis de la comunicación desde el paradigma de la transmisión de la información. En paralelo y en coincidencia con esta concepción, convivió la visión que consideraba al lenguaje como un instrumento para describir el estado de las cosas, es decir, el lenguaje como el portador de la información.

Esta concepción supone que la realidad ya está ahí antes que el lenguaje, y lo que éste hace es simplemente describirla, “hablar de ella”. Por lo tanto, le atribuye al lenguaje un rol pasivo o descriptivo, como el encargado de dar cuenta de lo existente. Esta caracterización del lenguaje se complementa perfectamente con la teoría de la transmisión de la información, y dentro de este esquema conceptual el lenguaje pasó a ocupar la categoría del código que se utiliza para componer los mensajes.

Desde hace un tiempo comenzó a analizarse el hecho de que hemos estado atrapados en esta estrecha y restrictiva comprensión del lenguaje y la comunicación, que nos dificulta entender su naturaleza efectiva y que nos imposibilita comprender la importancia y gravitación que ambos tienen para los seres humanos. Se empieza a entender que el lenguaje es algo más que las palabras que se dicen, es bastante más profundo e impactante que un medio que nos permite expresar, transmitir o comunicar lo que percibimos, pensamos o sentimos.

Además de su aspecto descriptivo, el lenguaje posee un profundo carácter generativo a partir del cual accionamos, coordinamos nuestras conductas y generamos nuevas realidades. A través de la palabra hacemos que ciertas cosas pasen y, por lo tanto, el lenguaje constituye una forma de intervenir en la construcción de nuestro mundo. Y es este carácter el que nos induce a considerar a la comunicación como acción y no como una mera transmisión de información.

Cuando afirmamos que accionamos a través del poder transformador de la palabra, nos referimos a que cuando hablamos suceden cosas, y cuando callamos suceden otras. Cuando hablamos y decimos una cosa, sucede algo determinado, y cuando decimos otra, pasa algo distinto. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también antecede a la realidad. Hay cosas que no hubiesen sucedido si no hubiéramos hablado, si no hubiésemos establecido una conversación con otra persona. A través de nuestras conversaciones declaramos nuestro amor, contratamos un viaje, solicitamos un aumento de sueldo, le damos la bienvenida a alguien a nuestra casa o le solicitamos que se retire. Es por medio de nuestras conversaciones que realizamos gran parte de las acciones en nuestra vida.

La concepción tradicional nos ha dificultado advertir este carácter activo de la comunicación humana. Por ejemplo, no es lo mismo decirle a alguien “asistieron quince personas a la reunión”, donde estamos informando sobre algo sucedido, utilizando el carácter descriptivo del lenguaje, que decir “a partir de mañana te haces cargo de la gerencia de finanzas”, o “a partir de mañana vas a ser trasladado a la sección de mantenimiento”. En estos casos, aunque pueda escucharse como una información, estamos realizando una acción a través del poder transformador de la palabra. Si efectivamente quien enuncia estas frases tiene el poder o la autoridad jerárquica para hacerlo, para bien o para mal, la situación de la otra persona habrá cambiado. Con esa acción comunicacional se ha generado una nueva realidad.

A través de nuestras conversaciones no sólo actuamos sino también interactuamos, establecemos conexiones, coordinamos acciones, construimos vínculos y acordamos compromisos. Todos los seres humanos interactuamos en redes conversacionales. Lo que nos es posible o dificultoso realizar depende en gran parte de la extensión y la calidad de nuestra red de vínculos. Por medio de nuestras conversaciones pedimos un empleo, ofrecemos nuestros servicios, prometemos concurrir a una reunión, establecemos el compromiso de realizar un trabajo o demandamos nuestros honorarios. Gran parte de las acciones fundamentales de la vida las realizamos a través de conversaciones que mantenemos con otras personas. Nuestras conversaciones determinan la calidad de nuestros vínculos, y por lo tanto comprometen nuestra efectividad.

También a través de nuestras conversaciones creamos nuevos sucesos y generamos futuros diferentes. Convocamos para un nuevo proyecto, elaboramos y transmitimos nuestra visión, proponemos nuevos objetivos, planteamos nuevas ideas, y todo esto lo hacemos conversando con otro. Nuestras conversaciones condicionan nuestro horizonte de posibilidades.

Y aún más, a través de nuestras conversaciones y nuestras narrativas creamos nuevos sentidos y modelamos la percepción de otras personas. Cuando planteamos una interpretación diferente o desarrollamos una nueva teoría, cuando contamos una historia, acuñamos una metáfora, capacitamos a alguien o educamos a nuestros hijos, en todos los casos estamos utilizando el carácter transformador de la palabra para incidir en la forma de percibir la realidad.

A través de nuestras conversaciones explicitamos nuestros puntos de vista y la forma de observar el mundo que nos rodea. Elaboramos interpretaciones, generamos nuevas explicaciones e Influimos en las opiniones, decisiones y comportamientos de los demás. Muchas veces después de alguna conversación nuestra vida cambia, nuestro ser se transforma aunque sea imperceptiblemente. Al adquirir una nueva distinción o al realizar una diferente interpretación, hemos ampliado nuestra capacidad de acción y de transformación. Un ejemplo de esto son las conversaciones de coaching, que tienen como objetivo desarrollar las potencialidades de las personas, o las conversaciones terapéuticas destinadas a curar nuestras heridas emocionales.

Cuando observamos y recapacitamos sobre todo lo que hacemos a través del lenguaje, emerge con claridad el carácter transformador de la comunicación humana, ya que es a través de nuestras conversaciones que nos vamos constituyendo en el ser que somos. La palabra conversar viene del latín “conversare”, que significa “dar vuelta”, “hacer conversión”. A través de nuestras conversaciones nos convertimos en alguien distinto, vamos cambiando nuestros puntos de vista, realizamos aprendizajes, reflexionamos sobre nuestros problemas, se nos abren oportunidades de crecimiento, construimos nuestra imagen pública y todo esto lo hacemos en el lenguaje.

Si habitamos en el lenguaje, si aprendemos y nos transformamos a través de la palabra, si accionamos por medio de nuestras conversaciones y éstas no solamente condicionan nuestras posibilidades y determinan la efectividad de nuestro desempeño, sino que nos constituyen en el ser que somos, cabría preguntarse acerca de la competencia en nuestro conversar. Con cuánta destreza y eficacia hablamos y escuchamos.

Por: Oscar Anzorena

Fuente: Ser Humano y Trabajo

1 comentario:

Daniel dijo...

Hola, me interesa mucho mejorar la forma de comunicarme. Me pueden recomendar algun libro para empezar?

Les agradezco mucho de antemano


Saludos