lunes, 25 de febrero de 2008

Vivimos en una cultura adicta




Juan Pablo Berra, fundador del grupo Equipos Promotores de Prevención de Adicciones (EPPA), habla sobre la necesidad de establecer una buena comunicación con los adolescentes

Sus palabras interpelan a grandes y chicos. Pero no acusan, sino que invitan: llaman a buscar una solución porque esa salida es posible.

Es que Juan Pablo Berra está convencido de que el abuso de alcohol y drogas, que gana terreno entre los adolescentes, tiene responsables y protagonistas de su prevención: los adultos. "El problema más grave, en esta hora difícil que le toca vivir a los adolescentes, son los padres, no son los chicos. Uno hace foco en el descontrol de los pibes, pero la causa son los padres... Muchísimos padres no están preparados para poder aceptar este desafío que significa el abuso de alcohol y drogas, simplemente porque el paisaje de la adolescencia que ellos vivieron no se parece en casi nada a lo que les toca vivir a los adolescentes de hoy", afirma.


Berra es profesor en Filosofía y licenciado en Teología. Su gran capital consiste en la experiencia: comenzó hace casi dos décadas trabajando en la rehabilitación de adictos. Y por eso ahora apuesta todas sus fichas a la prevención.

"Hicimos una investigación que demostró que sólo recibe algún tipo de tratamiento el 2% de los adictos en alguna comunidad terapéutica, en granjas, con psicólogo o grupos de autoayuda. La media de rehabilitación en nuestro país es del 10% de ese 2%. Por lo tanto, una vez que uno entró en la problemática de la adicción, la rehabilitación en el país es del 0,2%. Es decir, casi cero."

-¿Por qué no llegan al tratamiento?

-Un tratamiento serio lleva dos años. Muchas veces los jóvenes desisten porque no pueden, porque no se sienten acompañados, por muchos factores. Esto sucede en otras partes del mundo. Por lo tanto, si los resultados son éstos, es imprescindible hacer una tarea de prevención.

Su mirada está puesta en colegios y clubes, donde encontró a todos los actores que considera indispensables para la prevención: padres, chicos, docentes y entrenadores. Berra es fundador del grupo Equipos Promotores de Prevención de Adicciones (EPPA) que hoy trabajan en 30 colegios de Capital, Gran Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Córdoba, San Juan y pronto, en Chubut.

Su premisa es: cuanto antes, mejor. Hay cosas para las que es preferible no perder tiempo. Por eso su propuesta de prevención arranca desde la sala de 3 en el jardín. "Hemos notado que vivimos en una cultura adicta y adictiva que promueve las adicciones, y hay conductas adictivas que empiezan a manifestarse desde muy chicos. Muchos padres pretenden cosechar donde no han sembrado", dice.

-¿A qué conductas se refiere?

-Las adicciones van mutando en objetos. La televisión con frecuencia se convierte en adicción a las computadoras. Estamos convencidos de que debería haber equipos de prevención en todos los ámbitos de vida: en los colegios, los clubes y también en los trabajos, por la importancia que tiene en la vida de las personas.
-Hay algo que nadie discute: a todas las familias les preocupa el abuso de alcohol en los hijos adolescentes. ¿Pero por dónde arrancar?

-Siendo el tema de las adicciones pluricausal, los padres no pueden tener injerencia en algunas causas, como el poder que tiene el narcotráfico o la aplicación de las leyes que corresponden para el control del consumo de sustancias prohibidas para menores o el tremendo poder que tiene la propaganda en el consumo de los adolescentes. En realidad, habría que trabajar todas las puntas.

Después de tantos años en el tema, Berra afirma: "Para mí la problemática del alcohol y de drogas es una oportunidad que se nos está dando, un desafío enorme para transformar la realidad, para redoblar la apuesta. No hay que estar inspirados por el miedo, sino todo lo contrario. La situación que nos toca vivir no da para ningún optimismo, pero el peor mensaje es el pánico. Está y va a estar... Hay que tomar el guante y ver cómo lo podemos utilizar a favor".

-¿En qué sentido se puede capitalizar en favor?

-Estamos convencidos de que padres, docentes y los que tenemos alguna responsabilidad con los adolescentes podemos hacer mucho para provocar el cambio. Para esto, se puede mejorar la calidad de la comunicación con ellos y también crear redes de pares, alianzas positivas, de padres con padres, de adolescentes con adolescentes, de docentes con docentes.

Con respecto a la calidad de la comunicación, Berra cree que es un tema vital y decisivo. "Es lo que marca la diferencia, aun cuando en las demás fronteras de batalla vienen perdiendo. Esta es indelegable, es la trinchera que no podemos abandonar. Y es en definitiva, la trinchera más importante de todas. Por eso hay que hacerse de herramientas que permitan mejorar la calidad de comunicación con los adolescentes y ser sus aliados en esta lucha que a veces es despareja".

Sobre las redes, no duda en afirmar que los abusos anidan donde no hay una malla de contención fuerte. "Ante la vía libre, en los adolescentes talla el consumo abusivo y adictivo. Este es un escenario que cambia cada año o cada dos años. Antes el gran cuco eran los viajes de egresados. Hasta hace poco, otra gran preocupación eran las fiestas de egresados. Ya no son problemas porque empiezan a funcionar algunos mecanismos de control. Los grandes agujeros negros hoy son lo que llamamos la previa de los boliches, además de las zonas liberadas donde no se piden documentos y hay consumo irrestricto."

-¿Qué pasa en la previa?

-Se evidencia una desolación absoluta de padres y referentes. De hecho, se hacen en las casas donde no están los padres. Acá hay mucha desidia y una candidez enorme por parte de los padres al creer todo lo que dicen los chicos.

Según una encuesta propia que realizaron en EPPA, los chicos afirman que el 70% de los padres no son conscientes de la cantidad de alcohol que toman sus hijos. "Al preguntar las razones, nos dicen: por comodidad, porque no quieren darse cuenta . No hay ninguna posibilidad de hacer una tarea inteligente de prevención cuando uno está en estado de negación. No hay ni con qué arrancar. Ahí vienen las catástrofes, como cuando te entregan un hijo con coma alcohólico."

-¿Cómo acercarse?

-El eje fuerte donde nosotros hacemos foco es recrear el tejido social que se rompió con la crisis de 2001 y que se venía desmantelando. Está comprobado que en los lugares donde el tejido social está presente, desciende la injerencia del abuso de drogas, alcohol, delincuencia.

-¿Entonces la clave está en la comunicación?

-Es vital dotar a los padres de una serie de herramientas que les permitan aprender a comunicarse. Porque en realidad el grave problema que tenemos de comunicación entre padres e hijos no está en los hijos, el grave problema somos los padres.

Berra enseña en los talleres a comunicarse primero con uno mismo y luego con los otros en siete niveles: la información, el intercambio de opiniones, las experiencias de vida, la revelación de sentimientos, la de las necesidades, el poder llegar adonde habita la inteligencia, la libertad y el entusiasmo.

"Como muchas veces no tenemos las herramientas como para llegar hasta allí, le tenemos que pedir prestado el entusiasmo a niveles más superficiales y como no lo encontramos allí, lo buscaremos en sustancias que, aunque sean migajas, nos ayuden a experimentar algo de placer. Por eso nuestra propuesta de fondo es experimentar el placer de la comunicación: cuando uno logra comunicarse en serio estás en muchísimo menor riesgo de ser un adicto", destaca.

Los padres practican estas herramientas con otros padres. "Apuntamos a dejar capacidad instalada después de dos años de trabajo. Estamos convencidos de que estas cosas necesitan herramientas y práctica, pero no necesitan de ningún gurú. No podemos delegarles a otros algo que nos corresponde por derecho propio: tener la maravillosa aventura de poder comunicarnos a fondo con nuestra pareja, con nuestros hijos, con uno mismo", dice. Son 30 los equipos, algo así como mil padres que se reúnen quincenalmente.

"Acá no hay magia. No es un recetario. Acá hay práctica mientras vamos construyendo la red. Después de cinco años de práctica estamos elaborando claves y acciones de prevención", cuenta. Y ya comenzaron a armar grupos de jóvenes.

-¿Qué le diría a los padres?

-Quiero insistir en que esto que está pasando es una oportunidad. En realidad, los grandes temas de la adolescencia son los grandes temas de la crisis de la mitad de la vida. La adolescencia de nuestros hijos es un motivo formidable para que nosotros, como adultos, produzcamos el proceso de madurez que nos corresponde a nuestra edad. También es una oportunidad para recrear los lazos y mejorar la calidad de vida que fuimos perdiendo. Muchos debieron estar atentos a la supervivencia y han dejado de prestar atención a la diaria de los chicos, pero es ahí donde se está jugando la vida y la muerte de nuestros hijos.

-¿Cuál es el mensaje para los adolescentes?

-No me canso de decirles que no permitan que nada ni nadie los haga negociar sus sueños, sus anhelos más profundos. Me preocupa que, como en ningún otro momento de la historia, la sociedad ha logrado que los adolescentes sean consumidores antes de que los podamos identificar por su rebeldía, sus ideales, por sus búsquedas, su interpelación en los adultos. Para mí esto es una traición enorme de nuestra sociedad a los adolescentes.

No elude la responsabilidad. Berra se pregunta: "¿Qué es lo que está pasando con nuestros sueños, nuestros ideales y búsquedas? Porque todo esto se transmite. Los grandes responsables seguimos siendo los padres. Los chicos, a diferencia de otras épocas, tienen menos deseos, proyecciones y sueños porque también nosotros tenemos menos deseos, proyecciones y sueños". Todo un desafío.

Por Cynthia Palacios De la Redacción de LA NACION

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