miércoles, 10 de septiembre de 2008

Redescubrir por qué y para qué somos cristianos


Por María Inés Maceratesi


Luego de un paréntesis, retomo las evaluaciones de los encuentros prebautismales y, debo reconocer que el tiempo tomado para reflexionar, me ha servido para comparar las respuestas que los padres y padrinos daban hace un tiempo y las que dan hoy.

Creo que ya dije en otro artículo que los encuentros prebautismales con padres y padrinos en la Parroquia, están a mi cargo desde el año 2000. Hoy, año 2008 ¿qué cambió?, ¿qué se modificó?

La dinámica puesta en práctica es la misma, no hubo necesidad de cambiarla porque, a mi entender, no ha caducado su eficacia para los fines para los cuales fue elaborada.

Y aquí considero conveniente recordar que un encuentro prebautismal con padres y padrinos, adultos pero muy jóvenes algunos, tiene que ser un momento de replanteo y redescubrimiento del propio Bautismo y de la fe que sigue sembrada en cada uno y a la espera de ser renovada.

De ahí que las preguntas por el sentido de la vida, de la fe, del Bautismo...son las de siempre: ¿por qué?; ¿para qué? ¿qué preguntas nos interpelan y nos desvelan? ¿qué enseñar a nuestros hijos?; ¿por qué celebramos con una fiesta? ¿qué significa ser discípulos?, etc.

Lo que sí ha cambiado bastante es el tenor de las respuestas y lo que noto, es que la situación social y política imperantes en este país, el cambio cultural en lo referente a la familia principalmente, y el nivel de educación alcanzado o no, inciden notablemente en la concepción que de la fe y la espiritualidad tienen las personas.

Unas preguntas que surgieron últimamente de un grupo: ¿para qué sirve ser cristiano? ¿para qué sirve la Iglesia?, lo cual revela un bache muy significativo en la vida de quienes han sido bautizados y hoy se cuestionan para que sirve ser cristiano.

Indudablemente, hasta hace un tiempo, la Iglesia era la encargada de brindar, a partir de la catequesis sistemática, los elementos adecuados para el crecimiento en la fe de los bautizados e indudablemente también, hoy ya no es así. ¿Cuántos bautizados se acercan a la Iglesia si no es para algo especial que no pueden encontrar en otro lugar?. De ahí que lo que muchos acuden a la misma es en busca de algo y no de alguien.

¿Qué buscan?, recibir algún sacramento o solicitarlo para sus hijos, bendiciones para casos de necesidad o "por las dudas", agua bendita para rociar las casas y librarlas de "malos espíritus”. También están los que se acercan por miedo ante situaciones de enfermedad, o en búsqueda de consuelo para sus aflicciones y, también están los que han comprendido de verdad lo que significa haber recibido un bautismo que es un llamado y un compromiso hacia una misión.

Y decía que se acercan a buscar algo y no a alguien porque de lo contrario, no preguntarían para qué sirve ser cristianos o qué significa ser cristianos. Estimo que la Iglesia se ha desplazado en ciertos momentos o en ciertas ocasiones, de su centro. El centro de la Iglesia no es algo sino alguien: JESUCRISTO. Jesús el Cristo, de ahí el nombre de CRISTIANOS. Y Cristo es el modelo a imitar por las personas y por la Iglesia; Él es el que fundó su Iglesia y le dio el mandato de hacer discípulos en su nombre.

Quisiera poder afirmar que hoy la Iglesia está trabajando para hacer discípulos a los bautizados pero, mientras no se ocupe de la familia como una célula fundante de la misma, será un poco difícil.

Hoy muchos bautizados tenemos que reconocer nuestra ignorancia para transmitir la fe a las futuras generaciones. El mundo cambió y también cambiaron algunas cuestiones que se pensaban inamovibles; la situación cultural y sociopolítica reinante hace que nuestras respuestas a las preguntas de siempre deban ser diferentes y adecuadas a la realidad, sin dejar por eso de estar apoyadas en la verdad.

La participación es clave, los bautizados tenemos que tener muy claro que el Evangelio es la buena noticia que debemos anunciar a tiempo y a destiempo para que ser cristianos no se transforme en algo sin sentido sino que sea una condición que revele a tantos que aún no conocen a Jesús, que un encuentro con su Palabra y su Vida toda es lo que nos hace capaces de darle sentido a la vida.

Por supuesto, volviendo al principio de esta reflexión, que las preguntas serán siempre bienvenidas porque nos ayudan a crecer y madurar en la fe, de ahí que los encuentros prebautismales como tales, tienen que convertirse en verdaderos disparadores para que los adultos sigamos reflexionando, creciendo y, el día de mañana poder acompañar a nuestros hijos y ahijados en la búsqueda de sus propias respuestas de fe ante un mundo que necesita tanto de discípulos misioneros testigos de Aquél que dio la vida por cada uno de nosotros y espera que nosotros seamos capaces de hacer lo mismo.

¿Para qué sirve ser cristiano?

La Carta a Diognetto nos puede servir de referencia.

De la Carta a Diogneto (apología de autor desconocido, II-III siglo).

Son hombres como los demás


"Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan, ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño.

Su doctrina no nace de disquisiciones de intelectuales ni tampoco siguen, como hacen tantos, un sistema filosófico, fruto del pensamiento humano. Viven en ciudades griegas o extranjeras, según los casos, y se adaptan a las tradiciones locales lo mismo en el vestir que en el comer, y dan testimonio en las cosas de cada día de una forma de vivir que, según el parecer de todos, tiene algo de extraordinario".

Habitan en la tierra, pero son ciudadanos del cielo

"Habitan en la propia patria como extranjeros. Cumplen con lealtad sus deberes ciudadanos, pero son tratados como forasteros. Cualquier tierra extranjera es para ellos su patria y toda patria es tierra extranjera.
Se casan como todos, tienen hijos, pero no abandonan a sus recién nacidos. Tienen en común la mesa, pero no la cama. Están en la carne, pero no viven según la carne. Habitan en la tierra, pero son ciudadanos del cielo.

Obedecen a las leyes del Estado, pero, con su vida, van más allá de la ley. Aman a todos y son perseguidos por todos. No son conocidos, pero todos los condenan. Son matados, pero siguen viviendo. Son pobres, pero hacen ricos a muchos. No tienen nada, pero abundan en todo. Son despreciados, pero en el desprecio encuentran gloria ante Dios. Se ultraja su honor, pero se da testimonio de su justicia.

Están cubiertos de injurias y ellos bendicen. Son maltratados y ellos tratan a todos con amor. Hacen el bien y son castigados como malhechores. Aunque se los castigue, están serenos, como si, en vez de la muerte, recibieran la vida. Son atacados por los judíos como una raza extranjera. Los persiguen los paganos, pero ninguno de los que los odian sabe decir el porqué ".

Están en el mundo como el alma en el cuerpo

"Por tanto, los cristianos están en el mundo lo mismo que el alma en el cuerpo. Como el alma se difunde por todas las partes del cuerpo, así los cristianos se esparcen por las distintas ciudades de la tierra. El alma habita en el cuerpo, pero no es del cuerpo; los cristianos habitan en el mundo, pero no son del mundo. Como el alma invisible es prisionera del cuerpo visible, así los cristianos son una realidad bien visible en el mundo, mientras es invisible el culto espiritual que rinden a Dios.

Como la carne odia al alma y le hace guerra, sin haber recibido ofensa alguna, solo porque se opone al deleite y gozo de los placeres que hacen daño, así el mundo odia a los cristianos, que no le han causado algún mal, sino porque solamente se han opuesto a una manera de vida cuya esencia es el placer.

Como el alma ama a la carne y a los miembros que la odian, así los cristianos aman a quien los odia. El alma, aun cuando sostiene al cuerpo, está encerrada en él; así los cristianos aun cuando son el sostén del mundo, viven presos en él como en una cárcel. El alma inmortal habita en una tienda mortal: así los cristianos viven como extranjeros en medio de las cosas que se corrompen, en espera de la incorruptibilidad del cielo.

Con la mortificación en el comer y en el beber, se afina el alma y se hace mejor; así también los cristianos, maltratados y perseguidos, aumentan cada día en número. Dios les ha asignado un puesto tan sublime, que no deben abandonarlo de ningún modo" (Sources Chrétiennes, 33 bis, 62-67).

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