El Huésped, con la "H" mayúscula
Por: Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor Salesiano
La familia es la matriz de todos los significados espirituales de la existencia. Allí se aprenden los contenidos y los "sabores" de conceptos y actitudes espirituales como acogida, escucha, perdón, comunión, bendición, gratitud, don, sacrificio...
Los padres no se preguntan si hace falta enseñar a los hijos a comer o a portarse correctamente. Lo mismo vale con respecto a Dios. La fe es un componente inevitable de los individuos de nuestra especie, como lo es el pensamiento. De esta dimensión nadie en realidad puede prescindir. Quien no cree en Dios cree en alguna otra cosa: en el Amor, en la Justicia, en la Libertad. Los menos evolucionados creen en sí mismos, en el poder o en el dinero. Clases de "fe" también éstas, pero de ínfimo nivel. ¿En qué cosa cree quien no cree? es la pregunta para hacerse.
Los niños y Dios
Los niños, más que cualquier otra cosa, necesitan de cuentos que les expliquen de donde viene el mundo, por qué viven y dónde está ahora el abuelo que falleció hace poco. Quieren saber la razón por la cual llegamos al mundo y cuándo, lamentablemente, debemos dejarlo. Preguntan si Dios es hombre o mujer...Los niños con sus preguntas pueden empujar a los padres más allá de la capacidad de la imaginación, y es irresponsable dejarlos expuestos a cualquier influjo, ya que se los estaría engañando. A Dios se lo debe "respirar", como si fuera alguien de la casa, acogiéndolo como al Huésped con la "H" mayúscula. Su presencia se descubre en la importancia concedida a la interioridad, en los acontecimientos memorables, en el amor mutuo, en la esperanza. Dios no es un "sentimiento religioso vago", sino una Persona presente. Nadie puede llevar a otro donde él no ha estado: los padres no pueden limitarse a "mandar" a los hijos al catecismo. La Iglesia no es una "estación de servicios". Y como el don de la vida viene de Dios a través de los padres, así la fe viene de Dios a través de los padres y la Iglesia. La frase "Mi hijo debe poder decidir más tarde por su cuenta qué religión escoger", está completamente equivocada desde el punto de vista psicológico evolutivo.
El aprendizaje
El aprendizaje religioso se realiza en tres etapas. La primera pasa a través de la observación y la imitación: los niños "escuchan" con los ojos. Un niño que no ve rezar a papá y mamá, no rezará nunca. La religiosidad es adquirida también a través de la enseñanza y el acompañamiento: es la segunda etapa. Los niños tienen el derecho de conocer y comprender la historia de Jesús, sus palabras, la reflexión y la tradición de la comunidad de los creyentes; luego, de ser "iniciados" a una vida "con Dios adentro". La tercera etapa para aprender la religiosidad, pasa a través del robustecimiento, que viene de la aprobación de los demás y de la ratificación social. Este es el papel de la comunidad parroquial. La ratificación social que viene de la oración y de la celebración comunitaria en la Iglesia o también en los grupos, en el oratorio, hace aparecer loable y digno de ser vivido lo que es transmitido por padres y catequistas.
Los ritos
Los niños tienen necesidad de una relación con Dios, no de una "ideología" acerca de Dios. Muchas veces reciben imágenes deformadas, que mueven a la neurosis con respecto a Dios, como por ejemplo el juez que condena, o el policía que castiga, etc. Los verdaderos iconos son diferentes: Creador que hizo a los hombres a su imagen, Padre que se preocupa por sus hijos, Amigo que sufre con el hombre y da significado a la muerte. Pero una fe viva tiene necesidad también de gestos y tradiciones, porque los niños quieren "ver y tocar". He aquí entonces la bendición de los niños. Los padres tienen muchas posibilidades de bendecir a su hijo: cuando sale de casa, antes de que se duerma por la noche, en ocasión del cumpleaños, del onomástico o del aniversario del bautismo. Felices los padres que tienen la costumbre de rezar junto a la cama de su niño, dejando que exprese preocupaciones, sentimientos y deseos. He aquí la lectura de la Biblia: la palabra de la Biblia se refiere al presente y no al pasado, infunde significado a la existencia. He aquí la oración en familia: enseñar a rezar es el don más grande que los padres pueden hacer a los hijos.
Fuente: Boletín Salesiano
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