Y la gente a veces también se decepciona por más optimista que quiera ser. Desde que comencé a publicar los blog que muchos de los que leen en este momento quizá hayan visitado, me propuse no publicar notas que tuvieran que ver con sentimientos personales pero, lamentablemente, la situación que estoy viviendo como ciudadana argentina, me afecta al punto tal, de sufrirla física, psíquica y anímicamente.
No logro comprender, a pesar de no ser directamente afectada, la posición de nuestros gobernantes, con su modo tan confrontativo, enfrentando a la mitad de un pueblo contra la otra mitad, generando antinomias y desencuentros. De ahí que no haya publicado nada durante muchos días por estar sufriendo una lumbalgia producto de una situación de estrés que hizo eclosión.
El tema que nos preocupa hoy en la Argentina, a mi entender, no pasa por el asunto de las retenciones al campo, ni por la cantidad de soja que se exporta, ni por los alimentos que cada vez están más caros, ni por la falta de energía eléctrica, de gas o de petróleo; el problema más grave que padecemos los argentinos es de orden ético moral y de una falta de amor oblativo.
Basta con encender el televisor y ver y oír a personas (conductores, locutores, entrevistados) vociferar de la manera más burda, utilizar términos ofensivos, realizar reportajes con preguntas tontas, sin conocimiento de lo que están tratando, sin escuchar la respuesta a la pregunta y repreguntando una y mil veces lo mismo, precisamente por no haber escuchado esa respuesta. Y ni qué hablar de los que ocupan los lugares de "voceros" del Poder Ejecutivo y de éste mismo en el desarrollo de los actos de gobierno.
Basta con encender el televisor y ver y oír a personas (conductores, locutores, entrevistados) vociferar de la manera más burda, utilizar términos ofensivos, realizar reportajes con preguntas tontas, sin conocimiento de lo que están tratando, sin escuchar la respuesta a la pregunta y repreguntando una y mil veces lo mismo, precisamente por no haber escuchado esa respuesta. Y ni qué hablar de los que ocupan los lugares de "voceros" del Poder Ejecutivo y de éste mismo en el desarrollo de los actos de gobierno.
Hemos descendido a uno de los lugares más bajos en la escala educativo cultural, lo cual me causa una profunda tristeza.
Pero por suerte hay toda una ciudadanía que no está en los medios, que no está en los sitios de poder pero trabaja denodadamente por un país mejor.
Hay estudiantes que se destacan y jóvenes que luchan por su futuro pero no son vistos ni oídos, ni consultados, ni se les da la oportunidad de servir de ejemplo para otros.
Sí, en cambio, rápidamente se dan a conocer los hechos de violencia en las escuelas, ahí están presentes todas las cámaras y todos los movileros de los noticieros que han llegado al punto de "transmitir en cadena" uno de esos casos.
Hoy quiero darme el lujo de decir ¡basta! y que quienes lean este blog-latinoamericanos o europeos- sepan que no todos los argentinos estamos viviendo de pavadas, que no todos somos ni siquiera parecidos a aquéllos que pueden ver en alguna foto o por televisión; sepan que hay una población que se siente mal por todo lo que vive: inseguridad, falta de trabajo, inflación, relajación de las costumbres, cultura degradada y degradante y valores ausentes.
Ante este panorama dominado por la ira, la avaricia, la lujuria, la gula, la pereza, envidia y orgullo no queda otro camino que apelar a la esperanza y al tiempo que hace madurar la semilla en su justo momento. Es de esperar que este pueblo madure y crezca en sabiduría de vida, que ejercite la memoria para no tropezar siempre con la misma piedra y que se decida a participar de la vida cívica como corresponde para saber ejercer los derechos y cumplir con las obligaciones a conciencia, como debe ser y enseñando a sus hijos a hacerlo, comenzando por casa, que es por donde comienza el camino a emprender.
María Inés Maceratesi
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