Escuchaba en un programa de radio una entrevista realizada a un matrimonio que se autodenominaban "swingers". Según ellos, la práctica de relaciones sexuales con otras parejas que comparten este tipo de prácticas, es una manera de enriquecer la relación, evitar la rutina y crecer como pareja. Le preguntaban al varón si no sentía rechazo al ver a su esposa teniendo relaciones con otro hombre o si a su esposa no le molestaba que él tuviera relaciones con otra mujer y la respuesta fue "no, porque en la relación entre parejas swingers lo que hacemos es separar el sexo del amor, el amor va por un lado y el sexo por otro".
Este comentario y toda la entrevista, me indujeron a pensar en cuanta confusión se instala en los oyentes al decir ciertas cosas que no son verdad, por lo menos para el común de la gente.
De ahí que surja esta reflexión.
¿Cómo vemos la sexualidad desde el matrimonio en el marco de un verdadero diálogo sexual?
La sexualidad es un modo de ser masculino y un modo de ser femenino que se expresa con toda la persona, es toda la persona que actúa y establece relaciones sexuadas y sexuales.
El acto sexual genital es una forma de comunicación entre un hombre y una mujer que se expresan a través de sus cuerpos pero sin desentenderse de lo que sienten y lo que piensan porque un ser humano, una persona es una unidad biopsicoespiritual y social indivisible.
El diálogo sexual que establecen un hombre y una mujer responde a una vocación de amor, porque se unen para realizar algo que los enriquece mutuamente, los torna complementarios y los plenifica como personas.
Algunos estudiosos del amor matrimonial, lo describen como un amor orgánico, porque hablamos de dos seres que están en constante evolución, que crecen, como toda vida orgánica y van adquiriendo nuevas formas, pasando por procesos o etapas.Llevar adelante este amor orgánico es un gran desafío, sobre todo para nuestro compromiso con el amor.
El matrimonio es algo vivo y dinámico que, como toda historia de vida, tiene un comienzo y un final, con etapas intermedias y, en cada etapa, tendremos que aprender a asimilar todo lo que en el otro hay de nuevo cada día, sin dejar de asombrarnos y de estar abiertos a descubrirlo pues nos llevará al cambio y al crecimiento.
El matrimonio no es, como muchos dicen, algo estático que no cambia ni se transforma, eso sería muy limitante, desgastante y ¿por qué no?, hasta aburrido.
Constantemente estamos comenzando y viviendo la novedad de la relación y el secreto, quizá esté en advertir y advertirnos de que no siempre la novedad nos situará en el campo de lo placentero.
El amor matrimonial es como la construcción de una casa, de una embarcación, requiere siempre de mantenimiento.
En todo matrimonio el amor necesita renovarse como en una casa, en la que siempre hay algo por mejorar, el revoque de una pared, la pintura, agregar ladrillos, etc. Es muy importante la comunicación que se logra a partir del diálogo. Este diálogo conyugal tiene varias formas diferentes que incluye lo espiritual, lo afectivo, lo físico. El diálogo físico comprende el cuidado del cuerpo propio y del cónyuge, la protección de la salud, la aceptación de los cambios corporales: las arrugas, las limitaciones físicas, el cansancio.
El crecer en estos cuidados y aceptaciones ayuda a redescubrir el vínculo matrimonial.
La relación sexual es parte del diálogo físico, es un encuentro que necesita de la integración de los otros tipos de diálogo. La sexualidad en la vida matrimonial no queda aislada a un momento, sino que es un factor decisivo en el desarrollo del amor y de la realización personal de cada cónyuge, donde la genitalidad y el erotismo no son simplemente una experiencia sino uno de los aspectos esenciales de la relación interpersonal..Un gesto de humanización porque está asumido y asimilado por el amor.
Textos: María Inés Maceratesi
Bibliografía: Italo F. Gastaldi y Julio Perelló "Sexualidad" Editorial EDBA
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