¡¡¡Felíz Día de la Madre!!!
Qué bueno que haya un Día de la Madre. Nos ayuda a expresar sentimientos que de otra manera quedarían ocultos o guardados. La maternidad nos remite al origen de la vida. Ella, la vida, es un don de Dios, y “la mamá” también es un regalo. Ser mamá y tener una mamá son regalos. Hay un día en que se empieza a ser madre y esa realidad dura toda la vida; como el Amor de Dios que siempre nos sostiene y se goza en la felicidad y la vida de sus hijos.
Quiero hoy llegar con mi cariño y estas líneas a ustedes: mamás.
A muchas las veo tironeadas en los tiempos. Porque además de las dedicaciones propias de mamá, tienen otras tareas o exigencias para cumplir: de estudio, trabajo, o junto a otros miembros de la familia.
A veces, vos, mamá que trabajás fuera de casa, me contás que quisieras estar más con tus hijos, que ellos te necesitan, y vos a ellos. Que estos tironeos te hacen sentir algo de culpa. La sociedad misma te empuja a una mirada consumista de la vida, de la cual hay que cuidarse mucho. Solamente vos podés darle a tus hijos algo que no encontrarán en nadie más: una familia, la escuela, la compañía, el hombro, la ternura confiada, un mate, una charla. Sin tu presencia no hay crecimiento verdadero. ¿Tenés idea — estoy seguro que sí — de lo que el sonido de tu voz produce en tu hijo desde que lo tenés en el vientre? Sin tu ternura todo se vuelve inseguro y oscuro. Vos sos el abrazo más esperado.
Pido a Dios por las mamás que se alegran y emocionan viendo los primeros pasos o escuchando las primeras palabras de sus hijos. Las que van a la escuela y ayudan a hacer los deberes.
Las que no olvidan de enseñar las sencillas oraciones a “Jesusito y su Mamá” y comunicar la confianza en Dios.
Cómo no pedir por las que tienen hijos adolescentes y no saben qué más probar para intentar dialogar.
Las mamás con hijos jóvenes y adultos, y que sufren porque los ven rumbear por sendas distantes a los caminos que les enseñaron de chicos.
Me conmueve cuando veo que sos capaz de darlo todo, todo por el bien de tus hijos.
Rezo por quienes la pelean solas a causa del abandono, la soledad o el desamor.
Sé de tus desvelos y desgarros cuando a tu hijo te los roba la droga, la violencia, la muerte absurda.
A la Virgen María, dulce y generosa, confío tus oraciones y anhelos. Tus alegrías y tus lágrimas. Te abrazo junto a mi corazón.
Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú
Fuente: Aica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario