Se realizó en Roma el simposio “Deporte, educación y fe, una nueva estación del movimiento deportivo católico”
Allí el Cardenal Stanislaw Rylko planteó en una ponencia, la relación entre Deporte, fe y Evangelización.
Señaló que el deporte cobra mayor riqueza cuando es iluminado por la fe: “tiene una intención educativa, dedica energías y recursos a la formación de los educadores, tiene en cuenta los valores agregados del deporte y orienta a la persona hacia Dios”.
Señaló también que algunos textos del Concilio Vaticano II, así como el magisterio de los últimos pontífices se han referido en diversas ocasiones a la importancia de esta práctica para cultivar las virtudes humanas, fortificar el ánimo y el cuerpo, vivir la exigencia física y establecer relaciones fraternas en medio del deporte y del trabajo en equipo.
Indicó el que estas líneas de orientación “son fundamentales para una práctica deportiva que apunte a la formación de la persona, bien sea bajo el perfil de corporeidad o bajo el perfil de la inteligencia y de la conciencia moral y religiosa”.
Para que estos aspectos no queden en letra muerta, destacó la importancia del papel de las asociaciones deportivas católicas y la promoción de un pacto educativo entre éstas y la familia.
Formación
El cardenal exhortó a los dirigentes y educadores deportivos quienes, según él deben “elaborar proyectos pedagógicos con miras a desarrollar los componentes culturales, sociales y morales del deporte”, así como cultivar “la pasión, el espíritu de gratuidad y la dedicación necesaria para realizarlos”.
Indicó también cómo el deporte puede convertirse así en una herramienta que ayude a orientar la vida de los jóvenes: “replantear objetivos y motivaciones a tantos jóvenes que en nuestros días viven en situación de soledad, desorientación, sobretodo a causa de la desintegración de las familias”.
La dimensión comunitaria, la colaboración, la amistad y la solidaridad son valores pueden cultivarse dentro de una práctica deportiva: “a ejemplo del juego de equipo que puede construir una especie de aprendizaje a “ser Iglesia”, también en el deporte”, lo que representa “un antídoto para el individualismo que marca el mundo contemporáneo”.
Valores que quiere olvidar el hombre, quien es un ser creado para el encuentro. “Su primera relación es con Dios y sólo gracias al reconocimiento de que Dios existe él puede relacionarse con los otros”, dijo el purpurado.
También expresó que aunque no se puede hablar de un “deporte católico”, tampoco se puede decir que el cristianismo no tiene nada que decir al deporte.
“Las asociaciones deportivas católicas, las parroquias, los oratorios, los entes que trabajan en este ámbito y son animados por principios cristianos deben trabajar para elaborar una pastoral apta a las inquietudes de los deportistas, para promover un deporte que cree las condiciones de una vida rica de esperanza”, subrayó el cardenal Rylko.
Fuente: Zenit
Allí el Cardenal Stanislaw Rylko planteó en una ponencia, la relación entre Deporte, fe y Evangelización.
Señaló que el deporte cobra mayor riqueza cuando es iluminado por la fe: “tiene una intención educativa, dedica energías y recursos a la formación de los educadores, tiene en cuenta los valores agregados del deporte y orienta a la persona hacia Dios”.
Señaló también que algunos textos del Concilio Vaticano II, así como el magisterio de los últimos pontífices se han referido en diversas ocasiones a la importancia de esta práctica para cultivar las virtudes humanas, fortificar el ánimo y el cuerpo, vivir la exigencia física y establecer relaciones fraternas en medio del deporte y del trabajo en equipo.
Indicó el que estas líneas de orientación “son fundamentales para una práctica deportiva que apunte a la formación de la persona, bien sea bajo el perfil de corporeidad o bajo el perfil de la inteligencia y de la conciencia moral y religiosa”.
Para que estos aspectos no queden en letra muerta, destacó la importancia del papel de las asociaciones deportivas católicas y la promoción de un pacto educativo entre éstas y la familia.
Formación
El cardenal exhortó a los dirigentes y educadores deportivos quienes, según él deben “elaborar proyectos pedagógicos con miras a desarrollar los componentes culturales, sociales y morales del deporte”, así como cultivar “la pasión, el espíritu de gratuidad y la dedicación necesaria para realizarlos”.
Indicó también cómo el deporte puede convertirse así en una herramienta que ayude a orientar la vida de los jóvenes: “replantear objetivos y motivaciones a tantos jóvenes que en nuestros días viven en situación de soledad, desorientación, sobretodo a causa de la desintegración de las familias”.
La dimensión comunitaria, la colaboración, la amistad y la solidaridad son valores pueden cultivarse dentro de una práctica deportiva: “a ejemplo del juego de equipo que puede construir una especie de aprendizaje a “ser Iglesia”, también en el deporte”, lo que representa “un antídoto para el individualismo que marca el mundo contemporáneo”.
Valores que quiere olvidar el hombre, quien es un ser creado para el encuentro. “Su primera relación es con Dios y sólo gracias al reconocimiento de que Dios existe él puede relacionarse con los otros”, dijo el purpurado.
También expresó que aunque no se puede hablar de un “deporte católico”, tampoco se puede decir que el cristianismo no tiene nada que decir al deporte.
“Las asociaciones deportivas católicas, las parroquias, los oratorios, los entes que trabajan en este ámbito y son animados por principios cristianos deben trabajar para elaborar una pastoral apta a las inquietudes de los deportistas, para promover un deporte que cree las condiciones de una vida rica de esperanza”, subrayó el cardenal Rylko.
Fuente: Zenit
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