viernes, 19 de marzo de 2010

El cristiano y “su mundo”…

No puede pensarse la Iglesia de Jesús, del Hijo Dios hecho “hombre”, sin relación esencial con el mundo de los hombres. Por eso, el Concilio la define “Luz de la gente”, viniendo de lo Alto, en su primer Documento y en el último: “la Iglesia en el Mundo actual” como la comunidad servidora de la humanidad, programada por su Divino Fundador surgiendo en la historia humana a través de sus discípulos que asumen los “gozos y esperanzas, tristezas y angustias” de la sociedad humana. De tal suerte que “La Iglesia, por ello, se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”

La identidad de la Iglesia de Jesús es la comunidad enviada desde la intimidad de Dios a la intimidad de la historia humana. Entonces no hay Iglesia auténtica sin historia humana y tampoco la autenticidad de ser cristiano se alcanza sin una íntima relación con la historia de hombres y mujeres de cada época…de cada lugar de esta tierra. Historia y geografía de los hombres cuentan en el ser cristiano.

Venimos diciendo que la identidad cristiana se logra siendo discípulo de Jesús y en coherencia con el ser miembro de la Iglesia no será auténtico discípulo de Jesús quién no conoce su mundo…su historia… su lugar… de misión de testigo del Evangelio de Jesús. Así como no hay Iglesia sin Mundo tampoco hay cristiano, de verdad, sin historia en la está inmerso.. De ahí que el poeta Paul Claudel recomendaba a un novel sacerdote “tener en una mano el Evangelio y en la otra el diario” Y nuestro mártir Angelelli en genial axioma pastoral repetir una y otra vez “con un oído en el Evangelio y el otro en el mundo”

En consecuencia, no se puede pensar un cristiano sin referencia esencial al mundo que vive, a su determinada época histórica…Pretender un cristiano sin referencia histórica es hacer de un bautizado un alienado…Es la sal que ha perdido el sabor. Es un bautizado que ha perdido su identidad de “cristiano”. De ahí que la Constitución Gozo y Esperanza urge a cada bautizado el conocimiento de los “signos de los tiempos” y la suma atención que ha de tener a los cambios históricos que los define como “rápidos” “profundos” y “ universales”, tanto a nivel personal como comunitario.

No se puede ser cristiano-hoy- sin tomar conciencia de los progresos de la ciencia moderna, la medicina, la técnica, la economía, la cultura, la comunicación cuyo desarrollo ha sobrepasado las más audaces fantasías de Julio Verne y de los más brillantes futurólogos. No se trata de que la generalidad de los cristianos para serlo tengan que ser estudiosos de tales progresos. Pero desde la niñez y principalmente en la adolescencia y juventud han de ser educados para vivir un mundo de progresos defendidos contra la ambivalencia de dicho progreso. Admirables adelantos técnicos pero no puestos para desarrollar un auténtico humanismo, para fomentar relaciones de sana convivencia humana; por el contrario, usados contra el mismo hombre.

Es maravilloso el progreso técnico de Medios de Comunicación; pero, a su vez el uso abusivo, deshumaniza desde programas que reproducen determinadas actitudes que desmerecen la condición humana, por ejemplo, premiando la astucia más que la bondad, fomentando el éxito no importando los medios; desdibujando, no pocas veces, la frontera entre lo real y lo virtual, fomentando así un absoluto relativismo, que ha engendrado el popular “todo vale”…El bautizado que se quiera lograr como “cristiano” ha de impregnarse en los valores evangélicos para saber discernir con los mismos sentimientos de Jesús lo que ve, oye, escucha y lee.. Ha de ser conciente del tsunami de antivalores promovido por los Medios. Ha de dar un mesurado tiempo a los Medios para dedicar más espacio a la lectura orante de la Palabra de Dios y no caer en la inmadurez de la simple información y hasta en la gravedad de actitudes pecaminosas y deshumanizantes.

Miguel Esteban Hesayne.

1 Vat. II Constitución es “Lumen Gentium” y “La Iglesia en el Mundo Actual”

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