jueves, 16 de septiembre de 2010

El juego en el niño


Una necesidad y un derecho a la vida
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación

El juego constituye, en los niños, una actividad vital. Sin jugar, las personas dejan espacios y tiempos, en sus infancias, que nunca podrán llenar, con la posibilidad cierta de construir personalidades inestables y neuróticas. El desarrollo histórico social de los hombres y las mujeres está íntimamente ligado al juego.

El niño que crece en un entorno lúdico, de juegos y juguetes: adquiere una mayor capacidad para el aprendizaje y, en consecuencia, un mejor desarrollo evolutivo; asienta la base de las destrezas que desplegará y aplicará posteriormente en la vida adulta; aprende a conocer y comprender el mundo que lo rodea y la forma en que puede interactuar con él.

En el juego, se involucra todo, cuerpo, mente, afecto y emociones. Así, el niño puede mostrar lo que mantiene oculto, hacer activo lo que, a veces, sufre pasivamente. Poner de manifiesto tanto lo placentero como lo doloroso.

Dentro de las posibilidades de la familia, compartir sus juegos es una manera de obtener información de cómo enfrenta diferentes situaciones de vida. El no jugar de un niño nos pone sobre la pista de que algo está sucediendo, ya que no se puede concebir una infancia sin juego.

Todos los niños tienen derecho a jugar, y los adultos deben posibilitarle el ejercicio de ese derecho. En la elección de sus primeros juguetes y en el juego con sus hijos, los padres ya están educándolos, transmitiéndoles valores éticos, morales y estéticos.

“Si se desea conocer a los niños −su mundo consciente e inconsciente−, es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego” (Psicología: Ayuda a las personas). Freud, en Más allá del principio del placer, sostuvo que el juego le sirve al niño para repetir las experiencias que lo impresionaron, logrando, así, una "necesaria" descarga energética, que le permita regresar al estado de equilibrio psíquico.

Cada tipo de juego es una oportunidad de aprendizaje para los niños. Desde bebé, el sacudir, golpear, por ejemplo, un sonajero, entiende que una acción provoca una reacción, en este caso, un sonido o que el objeto se mueva.

A medida que va creciendo, al manipular juguetes, desarrolla habilidades motoras finas y mejora la coordinación ojo-mano.

El juego dramático o teatral, disfrazarse de superhéroe, o de mamá o papá, ofrece a los niños el progreso en aptitudes lingüísticas como así también la oportunidad de ser creativos y de interactuar con otros niños. El jugar implica tanto un momento de recreación, como un tiempo y un espacio de socialización.

El juego entraña un gran poder socializante, porque ayuda a respetar reglas para aprender a compartir, mantener una convivencia pacífica y cuidar su ambiente.

El juego espontáneo y libre favorece la maduración y el pensamiento creativo. Todos los niños son creativos. Pueden expresar aquello que ven, sienten, oyen y piensan; la autoexpresión puede orientar al niño a encontrar su propio estilo único.

¿Qué es jugar para el niño/niña? Es ser y hacer. Ser en cuanto a expresarse, a vivir experiencias placenteras volcando, en ellas, sus estados emocionales, carencias, frustraciones. Es el lenguaje propio del niño/a con el que se relaciona con su medio y facilita la formación del colectivo infantil.

Hacer en cuanto a las acciones que se realizan durante el juego sin un fin específico, para vincularse, para explorar, para manipular infundiendo significado e intencionalidad a la actividad lúdica.

Es conocer el ambiente e integrarse en la realidad circundante. Es expresar y compartir, es decir en acciones y, luego, verbalizando lo interno. Es participar en intereses comunes promoviendo la interacción con los otros. El juego proporciona placer, felicidad al niño/a, consolidando un mundo diferente del de la realidad objetiva, tomando elementos de ésta, pero transformándolos.

A través del juego, el niño/a se prepara para la vida futura, al alcanzar metas, siente satisfacción, descarga energías y consigue alivio a sus frustraciones” (Lic. Lucía Retamal Castro, Edufuturo.com).

La mayoría de los niños, en la actualidad, acceden rápidamente a una "cultura de los medios digitales", a las “bondades” alucinatorias de los juegos en el ciberespacio. Ameritan un serio debate los efectos que ocasiona su práctica entre las familias y profesionales, dado que, de hecho, no podemos hablar de juego según la manera clásica en que lo estamos tratando.

Es imprescindible que los padres sean conscientes de la importancia del juego en la vida del niño y no lo vean sólo como una actividad recreativa, sino como una impronta de aprendizaje natural.

El temor a la inseguridad no debe ser una razón para que los niños no jueguen. El Estado deberá generar espacios adecuados y propicios para jugar, sin olvidar que el hogar es el primer lugar de actividad lúdica.

El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega (F. Schiller).

Fuente: San Pablo on Line

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