Las parejas sin hijos ya son mayoría en Capital y tienen más dinero para gastar
La familia tipo, formada por los padres y dos hijos, ya son parte de la historia en las viviendas de la Capital, donde son mayoría los hogares integrados por dos personas sin hijos. La tendencia, que se replica en países desarrollados, ha dado vida a los llamados “dinkys” (“double income, no kids”), una fuerza de consumo clave en mercados como el turismo, electrónica de consumo y salidas. Los especialistas dudan en llamar “familias” a este tipo de uniones.
Dinkys. Fedra y Ariel optaron por renunciar a la maternidad/paternidad. Su entorno les cuestiona que tratan a su gato como un hijo.
Ella vivía en Córdoba; él, en Capital Federal. Ella es de Géminis; él, Virgo. A ella le gustaban los gatos, él prefería los perros. El viajó, por trabajo, a la capital de cuarteto y después, para visitarla como novia durante un año. Ellos son Fedra y Ariel y hace diez años que viven juntos en Buenos Aires. Ahora, comparten el mismo lugar de trabajo, un gato que tienen como mascota y la decisión de no tener hijos. Y son dinks (double income, no kids, doble ingreso, sin hijos).
Esta elección de postergar la maternidad/paternidad y hasta renunciar a ellas, es habitual en países como China, Canadá, Japón, España e Italia. En los Estados Unidos, según la American Demographics Magazine, este año será al menos 31 millones las parejas que elijan no tener hijos. En la Argentina esta opción es cada vez más frecuente en parejas y matrimonios.
Según datos de la Encuesta Anual de Hogares de 2009 de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, los hogares porteños compuestos por dos integrantes representan el 30, 8 por ciento, el mayor porcentaje de cantidad de habitantes por hogar. Myriam Mitrece de Ialorenzi, asesora técnica del Instituto para el Matrimonio y la Familia de Universidad Católica Argentina (UCA), explica que estas parejas sin hijos representan “un nuevo segmento de consumidores, de entre 25 y 35 años, con un trabajo bien remunerado y un perfil económico medio-alto. Aspiran a crecer profesionalmente, viajar y mantener cierto estatus social.”
“Somos dinks naturales” bromean Fedra y Ariel, ambos de 36 años.
A la expresión inglesa, usada en textos sociológicos desde los 80, se la encuentra también con una ‘ye’ final, que representa la expresión “yet” (aún). Es el caso de Fernanda (30) y Emmanuel (25) que esperan comprarse su propia casa y que ésta sea más grande que la que viven actualmente y así, estar más cómodos ellos y el futuro bebé.
Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), considera esta decisión “una opción válida y respetable en el marco de los derechos sexuales y reproductivos” y aclara que estas parejas pueden ser casados o convivientes sin casarse, hasta pueden ser del mismo sexo.
Freda comenta: “La sociedad nos hace sentir un poco raros. Nos miran mal. Sé que el mandato que uno tiene es el de la maternidad o descendencia, pero también pido que me entiendan a mí, que esta es mi decisión y que no afecta a nadie”, agrega.
Sus respectivas familias piensan que es una elección momentánea y que con los años la van a modificar. “Nosotros nos complementamos mucho y no surge esa necesidad de un hijo. Estamos bien así como estamos y queremos seguir así” afirma Fedra.
También, que se les cuestiona que tienen un gato como mascota porque buscan reemplazar a un hijo. Fedra aclara “ Quizás la gente te lo dice porque quiere que hagamos un click, pero no existe esa comparación. No sé cómo es tener un hijo y no sé si hago lo mismo con Demos”, el gato. Ariel acota: “Es una responsabilidad distinta”.
Beatriz Goldberg, especialista en crisis individuales, explica que los dinkys se comunican y funcionan mejor que otras parejas, “porque no hay ninguna otra persona que haga ruido entre ellos y en muchos casos hasta trabajan juntos”. Esta psicóloga puntualiza que este tipo de parejas, al no tener el proyecto de tener hijos, le agregan otros condimentos, ya sean materiales o de compañía, para que su relación no se disuelva. “Ese dinero que muchos lo destina para pañales los dinkys lo usan para viajes, tecnologías y salidas con otras parejas”, dice Goldberg.
“Nosotros no hacemos nada que no haga el resto”, cuenta Ariel. Fedra, reflexiona: “Creemos que rompería la armonía que tenemos y, como pareja, hace que no se busque”.
Ellos trabajan en una consultora de imagen y ella, después de su jornada, utiliza su tiempo para ir al gimnasio o simplemente se queda en su casa mirando televisión. “Es esa independencia ya formada de años y pensar en alguien como un hijo que entra a tu vida, es mucha responsabilidad”, reconoce Fedra.
La psicóloga Golberg también detalla que hay muchas parejas que, tras perder un hijo, se les hizo difícil concebir otro y después decidieron ser dinky.
Edad biológica. “¡Fedra, ya tenés 36!”, le dicen a ella. El rabino de la comunidad Bet Hilel, Felipe Yafel, explica que “es doloroso cuando una mujer quiere tener hijos, pero pospone tanto su decisión que después tiene dificultades para concebir. Después no puede y ahí se frustra”. También la psicoanalista Silvia Ons opina que “en lo más profundo subyace la idea de que es posible atravesar los límites del cuerpo por la confianza dada en la ciencia y es el reloj biológico el que recuerda, a veces ya tarde, de las imposibilidades”.
Por eso, la psicóloga Goldberg recomienda que toda mujer, según sus tiempos biológicos, revea su decisión de ser madre. “Lo importante es que ella esté convencida para que después no haya reproches”, dice.
Al respecto el rabino Yafel agrega que la naturaleza da un tiempo para tener un hijo: ser madre y ejercer la maternidad mientras ellos van creciendo. “Es cuestión de edad.”
Debate. ¿Una pareja sin hijos es una familia? Para el sacerdote católico Walter Fattor, se puede hablar de familia “e incluso, nadie niega que no lo sea”, pero “se trata de una familia ‘empobrecida’”.
El pastor David Juan Cirigliano, de la Iglesia Río de la Plata, se pregunta: “¿Qué quedaría, entonces, para las personas estériles?”.
“La activa vida sexual dentro de la pareja es totalmente independiente de si procreamos o no,” agrega.
Alejandro Piscitelli, profesor de sociología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) dice que no llegan a ser familia por la intencionalidad que hay detrás, ya que terminan siendo una convivencia interesada e instrumental y se pierde la esencia diacrónica que debe tener una familia.
El pastor Cirigliano concluye: “Estamos lejos de sostener el ideal de la procreación como única razón de la relación conyugal. Desarrollarse en lo laboral o profesional no va en desmedro de desarrollarse como padre o madre”.
Sólo para enamorados
Estas decisiones de postergar la maternidad también tienen su influencia en el sector turístico. Rancho Paradise es un complejo de cabañas Child Free que surgió en 2003 a partir de la propia experiencia de uno de sus propietarios, Andy Bernadzki, que al salir con su novia no encontraba un lugar para estar los dos tranquilos, en un clima íntimo y relajado. Andy explica a PERFIL que este predio de 13.000 m2 se ubica en la localidad de Nono en la provincia de Córdoba. “La mayoría de nuestro público, por el momento es argentino, con una creciente demanda de turistas extranjeros” cuenta Bernadzki. Las edades de quienes visitan este complejos varían desde parejas que decidieron no tener chicos, hasta matrimonios con hijos grandes que quieren reencontrarse como pareja. “En nuestro país no conozco un complejo de cabañas, ni hoteles, con las características de Rancho Paradise, reconoce Bernadzki y agrega: “Tengo entendido que en el Caribe está empezando a haber hoteles para mayores de 18 años con ambientación romántica, apuntados a parejas”.
La familia tipo, formada por los padres y dos hijos, ya son parte de la historia en las viviendas de la Capital, donde son mayoría los hogares integrados por dos personas sin hijos. La tendencia, que se replica en países desarrollados, ha dado vida a los llamados “dinkys” (“double income, no kids”), una fuerza de consumo clave en mercados como el turismo, electrónica de consumo y salidas. Los especialistas dudan en llamar “familias” a este tipo de uniones.
Dinkys. Fedra y Ariel optaron por renunciar a la maternidad/paternidad. Su entorno les cuestiona que tratan a su gato como un hijo.
Ella vivía en Córdoba; él, en Capital Federal. Ella es de Géminis; él, Virgo. A ella le gustaban los gatos, él prefería los perros. El viajó, por trabajo, a la capital de cuarteto y después, para visitarla como novia durante un año. Ellos son Fedra y Ariel y hace diez años que viven juntos en Buenos Aires. Ahora, comparten el mismo lugar de trabajo, un gato que tienen como mascota y la decisión de no tener hijos. Y son dinks (double income, no kids, doble ingreso, sin hijos).
Esta elección de postergar la maternidad/paternidad y hasta renunciar a ellas, es habitual en países como China, Canadá, Japón, España e Italia. En los Estados Unidos, según la American Demographics Magazine, este año será al menos 31 millones las parejas que elijan no tener hijos. En la Argentina esta opción es cada vez más frecuente en parejas y matrimonios.
Según datos de la Encuesta Anual de Hogares de 2009 de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, los hogares porteños compuestos por dos integrantes representan el 30, 8 por ciento, el mayor porcentaje de cantidad de habitantes por hogar. Myriam Mitrece de Ialorenzi, asesora técnica del Instituto para el Matrimonio y la Familia de Universidad Católica Argentina (UCA), explica que estas parejas sin hijos representan “un nuevo segmento de consumidores, de entre 25 y 35 años, con un trabajo bien remunerado y un perfil económico medio-alto. Aspiran a crecer profesionalmente, viajar y mantener cierto estatus social.”
“Somos dinks naturales” bromean Fedra y Ariel, ambos de 36 años.
A la expresión inglesa, usada en textos sociológicos desde los 80, se la encuentra también con una ‘ye’ final, que representa la expresión “yet” (aún). Es el caso de Fernanda (30) y Emmanuel (25) que esperan comprarse su propia casa y que ésta sea más grande que la que viven actualmente y así, estar más cómodos ellos y el futuro bebé.
Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), considera esta decisión “una opción válida y respetable en el marco de los derechos sexuales y reproductivos” y aclara que estas parejas pueden ser casados o convivientes sin casarse, hasta pueden ser del mismo sexo.
Freda comenta: “La sociedad nos hace sentir un poco raros. Nos miran mal. Sé que el mandato que uno tiene es el de la maternidad o descendencia, pero también pido que me entiendan a mí, que esta es mi decisión y que no afecta a nadie”, agrega.
Sus respectivas familias piensan que es una elección momentánea y que con los años la van a modificar. “Nosotros nos complementamos mucho y no surge esa necesidad de un hijo. Estamos bien así como estamos y queremos seguir así” afirma Fedra.
También, que se les cuestiona que tienen un gato como mascota porque buscan reemplazar a un hijo. Fedra aclara “ Quizás la gente te lo dice porque quiere que hagamos un click, pero no existe esa comparación. No sé cómo es tener un hijo y no sé si hago lo mismo con Demos”, el gato. Ariel acota: “Es una responsabilidad distinta”.
Beatriz Goldberg, especialista en crisis individuales, explica que los dinkys se comunican y funcionan mejor que otras parejas, “porque no hay ninguna otra persona que haga ruido entre ellos y en muchos casos hasta trabajan juntos”. Esta psicóloga puntualiza que este tipo de parejas, al no tener el proyecto de tener hijos, le agregan otros condimentos, ya sean materiales o de compañía, para que su relación no se disuelva. “Ese dinero que muchos lo destina para pañales los dinkys lo usan para viajes, tecnologías y salidas con otras parejas”, dice Goldberg.
“Nosotros no hacemos nada que no haga el resto”, cuenta Ariel. Fedra, reflexiona: “Creemos que rompería la armonía que tenemos y, como pareja, hace que no se busque”.
Ellos trabajan en una consultora de imagen y ella, después de su jornada, utiliza su tiempo para ir al gimnasio o simplemente se queda en su casa mirando televisión. “Es esa independencia ya formada de años y pensar en alguien como un hijo que entra a tu vida, es mucha responsabilidad”, reconoce Fedra.
La psicóloga Golberg también detalla que hay muchas parejas que, tras perder un hijo, se les hizo difícil concebir otro y después decidieron ser dinky.
Edad biológica. “¡Fedra, ya tenés 36!”, le dicen a ella. El rabino de la comunidad Bet Hilel, Felipe Yafel, explica que “es doloroso cuando una mujer quiere tener hijos, pero pospone tanto su decisión que después tiene dificultades para concebir. Después no puede y ahí se frustra”. También la psicoanalista Silvia Ons opina que “en lo más profundo subyace la idea de que es posible atravesar los límites del cuerpo por la confianza dada en la ciencia y es el reloj biológico el que recuerda, a veces ya tarde, de las imposibilidades”.
Por eso, la psicóloga Goldberg recomienda que toda mujer, según sus tiempos biológicos, revea su decisión de ser madre. “Lo importante es que ella esté convencida para que después no haya reproches”, dice.
Al respecto el rabino Yafel agrega que la naturaleza da un tiempo para tener un hijo: ser madre y ejercer la maternidad mientras ellos van creciendo. “Es cuestión de edad.”
Debate. ¿Una pareja sin hijos es una familia? Para el sacerdote católico Walter Fattor, se puede hablar de familia “e incluso, nadie niega que no lo sea”, pero “se trata de una familia ‘empobrecida’”.
El pastor David Juan Cirigliano, de la Iglesia Río de la Plata, se pregunta: “¿Qué quedaría, entonces, para las personas estériles?”.
“La activa vida sexual dentro de la pareja es totalmente independiente de si procreamos o no,” agrega.
Alejandro Piscitelli, profesor de sociología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) dice que no llegan a ser familia por la intencionalidad que hay detrás, ya que terminan siendo una convivencia interesada e instrumental y se pierde la esencia diacrónica que debe tener una familia.
El pastor Cirigliano concluye: “Estamos lejos de sostener el ideal de la procreación como única razón de la relación conyugal. Desarrollarse en lo laboral o profesional no va en desmedro de desarrollarse como padre o madre”.
Sólo para enamorados
Estas decisiones de postergar la maternidad también tienen su influencia en el sector turístico. Rancho Paradise es un complejo de cabañas Child Free que surgió en 2003 a partir de la propia experiencia de uno de sus propietarios, Andy Bernadzki, que al salir con su novia no encontraba un lugar para estar los dos tranquilos, en un clima íntimo y relajado. Andy explica a PERFIL que este predio de 13.000 m2 se ubica en la localidad de Nono en la provincia de Córdoba. “La mayoría de nuestro público, por el momento es argentino, con una creciente demanda de turistas extranjeros” cuenta Bernadzki. Las edades de quienes visitan este complejos varían desde parejas que decidieron no tener chicos, hasta matrimonios con hijos grandes que quieren reencontrarse como pareja. “En nuestro país no conozco un complejo de cabañas, ni hoteles, con las características de Rancho Paradise, reconoce Bernadzki y agrega: “Tengo entendido que en el Caribe está empezando a haber hoteles para mayores de 18 años con ambientación romántica, apuntados a parejas”.
Por Silvina Márquez
Fuente: Perfil
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