lunes, 26 de septiembre de 2011

Mi visión de la Argentina actual. La locura nuestra de cada día




Por: María Inés Maceratesi

Hace ya un tiempo largo que vengo pensando en los hechos lamentables que se producen en la sociedad argentina, algunos de los cuales que me llevaron a una situación de "parálisis" ya que pensé que muchas de las situaciones vividas en otro tiempo, no se repetirían.

Pero evidentemente la sociedad en general no está evolucionando hacia un estadio superior sino todo lo contrario, hemos vuelto a caer en la barbarie y esta vez con ribetes profundamente anti humanos. No queda otra que admitir que estamos involucionando, en la Argentina han bajado los niveles de educación, las normas de convivencia ya no se respetan, los trabajadores desean tanto igualarse mutuamente que ya no existe el deseo de progresar en las clases más bajas sino que se ve un marcado deseo de que todo se les entregue a cambio únicamente de emitir un voto a favor de los gobernantes de turno.

Así estamos caminando hacia la incivilidad y en lo personal, me produce una profunda tristeza que todo de exactamente lo mismo.

Vivimos en medio del caos y con el argumento de la discriminación, los derechos humanos y la represión sufrida en los años setenta, nos estamos convenciendo de que todo lo que lleve al respeto por las normas, por la ley, por la convivencia con un cierto orden, conlleva una actitud xenofóbica que es impropia de esta época y del vivir en democracia.

Nada más lejos de la verdad, estamos viviendo al estilo de la Edad Media, solo que antes los que dominaban al resto eran los reyes, príncipes y nobles y hoy los que dominan al resto son aquéllos que originariamente eran considerados de clase baja. Mientras tanto, la clase media que ha sido un logro en otro tiempo, hoy está totalmente perdida y diluída en una sociedad que la quiere eliminar por completo.

Me pregunto qué tenía de negativo el hecho de pertenecer a una u otra clase y noto que antes, quien pertenecía a las clases más bajas tenía esperanza, tenía deseos de progresar y alcanzar algún logro que pudiera hacerle sentir que su estadía en esta vida era importante. ¿Quién nos convenció de que todo debe ser igualado? ¿Quién nos convenció de que a los pobres más pobres hay que darles de comer en la boca en lugar de enseñarles a comer?. Y no digo enseñarles como si se tratara de un sometimiento del pobre sino teniendo una actitud de solidaridad y acompañamiento al estilo de "ya que la vida me regaló desde mi nacimiento una cierta situación económica y cultural, quiero que otros también la alcancen, quiero compartir lo que tengo, lo que sé, lo que logré por mi propio esfuerzo".

Quiero que todos podamos ser capaces de progresar por nuestros propios méritos y capacidades, no que nos regalen tierras, alimentos, subsidios o planes. Los gobiernos que no se ocupan y preocupan de la calidad de la educación pública, que incluyen en las currículas escolares temas que degradan al ser humano con el argumento de la no discriminación, están actuando a conveniencia de sus ideologías populistas. Cuanto más ignorante, inculto y hambriento es un pueblo, más manipulable es.

Estoy en un momento de desesperanza que tengo que erradicar de mi vida, a veces pienso que todo el trabajo que hacen tantas prestigiosas instituciones y organizaciones privadas, tantas personas que queremos transmitir el mensaje de que es importante y gratificante trabajar, estudiar, divertirse sanamente, queda invalidado por mensajes, especialmente transmitidos por los medios de comunicación, basados en el facilismo, el éxito, el hedonismo y el error.También muchos gobernantes nos transmiten antivalores usando un lenguaje soez cuando se refieren a sus contrincantes, mentir y desacreditar porque sí a los que no piensan igual que ellos.

Me pregunto si nos damos cuenta de que los que no pueden alcanzar ese minuto de fama que dan algunos programas televisivos quedan sumidos en el sentimiento de fracaso y desánimo. Pero bueno, la droga ha llegado para quedarse y aminorar los efectos que el fracaso y la decepción - situaciones normales y habituales a lo largo de una vida - se superan con unos gramos de cocaína o un cigarrillo de marihuana.

Así hoy vemos que muchos jóvenes, los más perjudicados por estas situaciones, se hallan perdidos y sin posibilidad de nada, viviendo el sin sentido que provoca una vida vacía de anhelos por llegar a alcanzar a través del esfuerzo personal puesto en el estudio y el trabajo, una vida digna, una familia sana y por consiguiente una sociedad más justa.

Ojalá esta nueva primavera nos conduzca al inicio de un redescubrimiento de las cosas esenciales que son el alimento de la vida personal, familiar y social, que comencemos a transformar una sociedad con visos de adolescente rebelde en una sociedad madura que, al mejor estilo de una familia, sea capaz de decirnos lo que está bien y lo que está mal y las consecuencias de no cumplir con la ley y las normas que están para ordenarnos la vida. ¿O quizá nos convencieron que vivir en la anomia y la anarquía era la solución para todos los males? Dejo las preguntas para que sean respondidas por quienes lean esta nota.

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