Qué tiempos aquéllos!...es una expresión que tenemos ganas de pronunciar hoy cuando de ser padres se trata. Qué tiempos aquéllos en los que mamá y papá tenían las cosas claras porque vivían en un mundo que cambiaba muy lentamente, en el que las pautas educativas se transmitían de generación en generación y a nadie se le ocurría discutirlas.
Pero evidentemente los tiempos cambiaron y así debe ser, los adelantos de todo tipo se nos vinieron encima y el único inconveniente es que están todos presentes aquí y ahora, de golpe. Nos despertamos cada mañana con noticias que nos descolocan. Ser padres hoy no es fácil. Y esta situación se viene generando desde hace décadas, condicionándonos y obligándonos a adaptarnos a los nuevos modelos sociales, familiares, educativos, políticos, lo cual nos hace sentir inseguridad.
Hoy más que nunca entonces, somos los padres los que tenemos que reconocer que no lo sabemos todo y que tenemos que continuar aprendiendo para desempeñar nuestro rol con eficacia y construir un modelo de familia que nos sea funcional a nosotros, a nuestro grupo familiar, con nuestros valores, hábitos, creencias.
No creo que todo lo que hemos visto, aprendido y recogido de nuestra educación no nos sirva, creo que debemos rescatar lo bueno y desechar lo malo de cuanto nos transmitieron y quizá necesitemos compartirlo con otros padres que estén en la misma situación. ¿Por qué?, muy simple, porque a pesar de todos los cambios, los padres seguimos siendo un modelo, base y fundamento para nuestros hijos, somos los que les proveemos amor, seguridad, apoyo y les señalamos también cuales son las normas y los límites en pos de su buen desarrollo.
Nadie podrá convencernos de que no podemos ser buenos padres si nosotros mismos no nos vemos como aquéllos que intentamos hacer lo mejor que podemos y sabemos porque amamos a nuestros hijos y queremos lo mejor para ellos y los queremos ver crecer sanos y felices.
Pero sí debemos entender que el amor y la ternura no son suficientes para educar sino que necesitamos herramientas para trabajar por ejemplo, en caso de conflictos. ¿Quién puede decir que en su familia no existen cambios de opiniones que producen conflictos?. ¿Ésto es malo?, por supuesto que no, es enriquecedor siempre y cuando todos nos escuchemos y aquéllo por lo que discutimos tenga valor y no sea un discutir por discutir que nos conduzca a un gasto innecesario de energías.
Y aunque no existe un único modelo educativo en el cual podamos apoyarnos sí existen elementos educativos que son comunes a cualquier modelo educativo y son los siguientes:
-Saber expresar el amor y el afecto.
-Respeto mutuo
-Capacidad de comunicarnos y especialmente de escucharnos
-Habilidad para solucionar conflictos buscando alternativas saludables
-Capacidad de negociación
-Disponer de tiempo y espacio para cuidar las relaciones entre los miembros de la familia.
-Ejercicio de la autoridad (límites y cariño).
-Cuidado de la relación de pareja como alternativa para vivir en familia.
Ser padre o madre siempre fue, es y será la tarea más apasionante aunque nada fácil. Nadie podrá garantizarnos el éxito pero lo esencial es emprenderla con responsabilidad y ánimo. No es una tarea solitaria, es mejor compartirla hablando con otros padres, acudiendo a un profesional en busca de ayuda, leyendo, formándonos y no cediendo en el empeño para lograr salir airosos.
Textos: María Inés Maceratesi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario