El humor es clave
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
Todas las cosas, por más dramáticas que sean, tienen una veta de humor. Es interesante darse la posibilidad de sondear ese aspecto de la vida de cada uno para poder entenderlas mejor, encontrar caminos de salidas, resolver conflictos y, por sobre todo, relajarnos ante situaciones trágicas o vividas como trágicas de nuestra existencia.
Ante cada fin de año, un balance se hace inevitable. A partir de ahí, las personas se debaten entre el entusiasmo y la melancolía. Un recuento sobre lo bueno y lo malo, lo aprovechado y lo desechable, los aciertos y errores gira, sin posibilidad de freno en la mente, confrontando a cada uno con sus dudas existenciales y con la inquisidora pregunta del afuera: “¿Cómo te fue este año? Detrás, se esconden tres cuestiones relevantes que buscan ser respondidas: quién fue “mandado” a ser; quién quiere ser y quién puede ser. Frente a estos interrogantes, muchos son los que pretenden escapar, usando el alcohol como recurso fallido y narcotizando cualquier manifestación que les genere un conflicto consigo mismos.
Hay una tendencia del ser humano a mirar siempre la parte de la copa vacía y no la que aún está medio llena. Esta actitud lo lleva a vivir en una insatisfacción permanente y, a la hora de realizar una evaluación de lo vivido, sólo recuerda todo lo malo en un tiempo mínimo. Lo bueno quedará atrás, muy atrás, ya que no se esforzará en hacerlo presente.
Aceptar todo lo hecho después de sostener un diálogo maduro con la realidad motivará un agradecimiento por lo que se tiene y, así, se podrá celebrar lo conseguido. Esta mirada dibujará la primera sonrisa de una colección.
Es importante observar cómo se llega a estas fechas. Probablemente, con estrés, producido por una acumulación de tensiones laborales y sociales. Siempre viene acompañado de una hipersensibilidad con baja tolerancia a la frustración. El panorama no es de lo mejor, pero se puede salir airoso de este paisaje. Resulta necesario organizar todo para que no se originen situaciones exigentes ni estresantes. Por ejemplo, concurrir sólo a aquellas cenas, celebraciones que causarán placer; comer y beber con mesura para no sufrir la consecuencia del “día después”.
Aquéllos que se han propuesto metas muy estrictas y casi imposibles de cumplir, de seguro, se desesperarán por no obtener lo que se ambicionaba. El exitismo social provoca que cada uno no asuma sus propias limitaciones. Es parte de un buen balance saber qué adecuar para lograr los objetivos que no fueron alcanzados o qué sostener y qué fortalecer de lo adquirido.
Un balance trae consigo nuevos proyectos, por lo tanto, siempre es enriquecedor, más allá de que lo vivido haya sido positivo o negativo. Es una herramienta de gran utilidad para conducir nuestra vida. Es un medio de transformación.
Les propongo que, al brindar por el nuevo año, hagamos nuestras la oración de santo Tomas Moro:
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca, en la vida, un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
Todas las cosas, por más dramáticas que sean, tienen una veta de humor. Es interesante darse la posibilidad de sondear ese aspecto de la vida de cada uno para poder entenderlas mejor, encontrar caminos de salidas, resolver conflictos y, por sobre todo, relajarnos ante situaciones trágicas o vividas como trágicas de nuestra existencia.
Ante cada fin de año, un balance se hace inevitable. A partir de ahí, las personas se debaten entre el entusiasmo y la melancolía. Un recuento sobre lo bueno y lo malo, lo aprovechado y lo desechable, los aciertos y errores gira, sin posibilidad de freno en la mente, confrontando a cada uno con sus dudas existenciales y con la inquisidora pregunta del afuera: “¿Cómo te fue este año? Detrás, se esconden tres cuestiones relevantes que buscan ser respondidas: quién fue “mandado” a ser; quién quiere ser y quién puede ser. Frente a estos interrogantes, muchos son los que pretenden escapar, usando el alcohol como recurso fallido y narcotizando cualquier manifestación que les genere un conflicto consigo mismos.
Hay una tendencia del ser humano a mirar siempre la parte de la copa vacía y no la que aún está medio llena. Esta actitud lo lleva a vivir en una insatisfacción permanente y, a la hora de realizar una evaluación de lo vivido, sólo recuerda todo lo malo en un tiempo mínimo. Lo bueno quedará atrás, muy atrás, ya que no se esforzará en hacerlo presente.
Aceptar todo lo hecho después de sostener un diálogo maduro con la realidad motivará un agradecimiento por lo que se tiene y, así, se podrá celebrar lo conseguido. Esta mirada dibujará la primera sonrisa de una colección.
Es importante observar cómo se llega a estas fechas. Probablemente, con estrés, producido por una acumulación de tensiones laborales y sociales. Siempre viene acompañado de una hipersensibilidad con baja tolerancia a la frustración. El panorama no es de lo mejor, pero se puede salir airoso de este paisaje. Resulta necesario organizar todo para que no se originen situaciones exigentes ni estresantes. Por ejemplo, concurrir sólo a aquellas cenas, celebraciones que causarán placer; comer y beber con mesura para no sufrir la consecuencia del “día después”.
Aquéllos que se han propuesto metas muy estrictas y casi imposibles de cumplir, de seguro, se desesperarán por no obtener lo que se ambicionaba. El exitismo social provoca que cada uno no asuma sus propias limitaciones. Es parte de un buen balance saber qué adecuar para lograr los objetivos que no fueron alcanzados o qué sostener y qué fortalecer de lo adquirido.
Un balance trae consigo nuevos proyectos, por lo tanto, siempre es enriquecedor, más allá de que lo vivido haya sido positivo o negativo. Es una herramienta de gran utilidad para conducir nuestra vida. Es un medio de transformación.
Les propongo que, al brindar por el nuevo año, hagamos nuestras la oración de santo Tomas Moro:
Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.
Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca, en la vida, un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.
Fuente: San Pablo on line
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