lunes, 1 de febrero de 2010

Resiliencia: la fortaleza oculta que tiene cada familia


En los momentos complicados, podemos y debemos encontrar una solución. Más aún si son nuestros seres queridos los afectados. Es la propuesta que la investigadora y orientadora familiar Verónica Rodríguez (1), expone en este reportaje.

Tenemos que animarnos. Comienza un nuevo año y, con las energías renovadas, puede ser el período perfecto para profundizar un nuevo enfoque para nuestra vida y para los problemas que van llegando. Las crisis, por ejemplo, son una puerta abierta para nuestra superación y la de nuestros seres queridos. La respuesta a los problemas que se presentan hoy en nuestra familia no necesariamente la tiene un especialista carísimo o un gurú; la tenemos nosotros mismos, y se llama resiliencia.

La investigadora y orientadora familiar Verónica Rodríguez reflexiona sobre este capital en su libro "Familia escuela: Resiliencia familiar" y nos facilita el camino con las siguientes consideraciones.

¿Qué es la resiliencia?

Verónica Rodríguez: La resiliencia es la capacidad que tiene el individuo para sobrellevar una adversidad. Uno no la tiene, sino que uno puede "estar resiliente". En la vida siempre se nos presentan dos realidades simultáneas: yo puedo actuar bien o mal, yo elijo responder saludablemente o no saludablemente. Cada vez que actúo no saludablemente, impulsivamente, hay una situación de disfuncionalidad en la que se puede decir que la resiliencia no está.

¿En qué momentos está presente?

VR: Lo que he estudiado en este tiempo es que la resiliencia está cuando está la adversidad. La resiliencia es una bipolaridad; cuando está la adversidad, está la resiliencia de manera latente. Si yo no la convoco, no emerge; si no la estimulo o me la estimulan, no emerge. La resiliencia es totalmente relacional; si no hay contacto entre dos individuos, no hay posibilidad de desarrollar la resiliencia.

¿Entonces cómo la convocamos?

VR: La convoco cuando reflexiono y no actúo impulsivamente. La activo cuando alguien, por ejempo, me dice "¿Pensaste por qué es así?" o "¿Cómo podrías pensarlo de otra manera?"; es decir, no actúo de forma inmediata, sino que pienso; es como si sintiera internamente lo que tengo que hacer. Una vez que hemos superado una adversidad, podemos decir que hemos ganado un cierto entrenamiento. Así, podemos entrenarnos para estar parados desde la resolución de situaciones.

Este entrenamiento ¿lo tienen que realizar la escuela y la familia?

VR:La escuela y la familia tienen que dejar de culpabilizarse mutuamente. Deben encontrar la manera de aprender juntos cómo es el alumno- hijo en esta nueva cultura. Es muy importante, no sólo para los individuos, sino también para la sociedad, que encontremos una mirada distinta, no culpabilizadora.

¿El desafío consiste en integrar?

VR: Justamente, la resiliencia, por ser relacional y por contar con los recursos que la persona tiene para desarrollar, integra; no desintegra por lo que no hay. Entonces, esta mirada distinta hace que la familia pueda tener un rol mucho más protagónico en el desarrollo de las personas y en la relación con la escuela.

¿Cómo se aplica el concepto de resiliencia a la familia?

VR: A partir de una experiencia profesional, descubrí que la familia tiene un capital social que la motiva a que lo descubra; el rol que tiene la familia sólo ella puede asumirlo. En la familia, se aprende a hablar, a comer y a elegir pareja; y en la escuela se aprende el saber sistematizado. Una no puede reemplazar a la otra. Cuando existe la complementariedad familia-escuela, pueden observarse infinidad de situaciones positivas.

¿Qué creencias sobre la familia tenemos que desterrar?

VR: Solemos asociar desintegración familiar igual a divorcio. Sin embargo, la cohesión familiar, es decir, esto que hace que haya diálogo, no tiene nada que ver con el estado civil de los padres; el verdadero pasar de divorcio se da cuando los adultos no han podido satisfacer las necesidades de sus hijos, quizá porque ellos mismos no tengan resueltas sus necesidades afectivas.

¿Existe una visión renovada sobre el tiempo que la familia necesita compartir para lograr una buena comunicación?

VR: Los adultos no logramos organizarnos de acuerdo con la cultura actual; porque si los padres trabajan en forma continuada hasta las seis de la tarde y el hijo está en la escuela hasta la misma hora, debemos encontrar la manera de estar libres a partir de ese horario y no cargar la agenda con otras actividades. Tenemos que decidir a qué le damos prioridad en cada horario de la vida.

El problema, entonces, no radica en si los padres están divorciados o no...

VR: Independientemente del estado civil, un padre y una madre que trabajan ocho horas por día y que no encuentran la manera de entender a sus hijos, no sólo tienen un problema de tiempo para dedicarse a ellos, sino que no se les enseña para que puedan pensar en sus hijos.

La reflexión también es clave...

VR: Sin duda, los padres tienen que tener una reflexión permanente sobre sus hijos, sobre la propia historia y la familiar en el contexto social. Tenemos que concientizar en este sentido: a medida que surgen las dificultades en la familia, también hay una riqueza a explotar que es la resiliencia familiar, que a su vez aporta y da base para que cada uno descubra su resiliencia personal.

¿Por qué hay tan poca reflexión?

VR: Porque no se la estimula ni se la valora. En vez de cuestionar y horrorizarnos por las cosas que suceden en la familia, tenemos que apoyarnos en sus fortalezas y ver de qué manera acompañarla para que pueda elegir cambiar. La familia es siempre dinámica; si no hubiera crisis, no habría posibilidad de crecimiento.

Esta capacidad latente de resolver la dificultad ¿la tenemos todos?

VR: La tienen todas las personas; si no, la humanidad no existiría. La capacidad de modificar los comportamientos está en uno. Si miramos un poco en nuestra propia historia, generalmente no recordamos lo negativo; al contrario, nos quedamos con lo positivo. ¿Por qué, entonces, siempre estamos ahondando sobre el problema? "¿Qué te pasó?", "¿por qué no viniste?", "¿tu padre no fue?" ¿Por qué pregunto lo que no voy a poder solucionar?. Esto produce el efecto contrario.

En su libro usted plantea la solución de los conflictos intrafamiliares...

VR: Estos conflictos son los que están ligados a los diferentes ciclos vitales por los que atraviesa la familia y sus miembros. Lo que podríamos hacer es preparar a los padres para esos conflictos que sabemos que van a venir; por ejemplo el estrés de pasar de un ciclo escolar al próximo. ¿Por qué no anticiparnos a la dificultad y trabajar para que no se geste?. Así ya sabemos lo que va a venir.

¿Qué otros aspectos son importantes para que los padres tomen en cuenta?

VR: Consultar ante la dificultad, para no arrastrar los problemas. Un chiquito que es caprichoso, si lo dejamos crecer en el capricho, cuando es adolescente va a tener muchos problemas; pero si los padres buscan asesoramiento para ayudar a transformar este comportamiento, le están "ahorrando" dificultades de integración y de inserción social.

¿Cómo pueden los padres lograr una buena comunicación con sus hijos?

VR: Todo lo que podemos solucionar como padres, adelante; para lo que no podemos, hay que buscar ayuda. Si los padres tienen una dificultad, lo mejor que pueden hacer es decirle a sus hijos: "Mamá y papá están tratando de encontrar una solución a tal conflicto; vos no te preocupes, porque este no es un tema tuyo, esto no es para vos, nosotros lo vamos a resolver." Y cuando se resuelve el conflicto hay que transmitírselo.

¿Qué aprenden los hijos con esta forma de encarar los conflictos?

VR: Que los padres no están inhibidos ante a la dificultad, sino que, al contrario, están trabajando para encontrar una solución. Que su propio aporte es estudiar (es decir, cumplir con la responsabilidad que sí les compete), porque cuantos más proyectos tienen los chicos en la cabeza, más capacidad tienen para elaborar los conflictos personales. Es clave que los chicos tengan proyectos: qué es lo que quieren ser y hacer; no lo que quieren comprar.

¿Qué desafíos enfrenta la escuela?

VR: La escuela tiene que asumir la complejidad de los chicos de hoy, sobre todo en la cuestión espacial. Por ejemplo, los chicos son más altos que años atrás, y seguimos haciendo aulas que son pequeñas. En muchos casos, los chicos viven en ambientes muy reducidos, es lógico que busquen desplazarse y correr cuando llegan a la escuela. Resulta que en la escuela tampoco tienen espacio para correr. Lo que educa es el ambiente; nos preocupamos por lo verbal, pero los chicos están captando nuestro comportamiento gestual.

¿Qué hay que transmitir a los chicos?

VR:Ante las decisiones que ellos deben tomar en orden a su propio crecimiento, no debemos anular el riesgo, ni censurarlos, sino ayudarlos a tomar decisiones saludables ante las opciones que se les presentan. Hay que ser muy claros: "Vos podés hacer todo esto...o todo aquello; es tu decisión, vos elegís lo que querés, pero también es tu responsabilidad, para después asumir las consecuencias"

¿Qué se tiene que dar para que haya resiliencia en la escuela?

VR:Hoy los padres son convocados a la escuela cuando su hijo no responde, pero en realidad deberían ser convocados antes, para responder a la pregunta: ¿Qué vamos a hacer con este proyecto que tiene su hijo?
Tenemos que construir, entre la escuela y la familia el "nosotros", el trabajo en equipo. Por otro lado, la relación familia-escuela debe llevarla a cabo la escuela. Si esto es claro, todo lo demás se ordena, y si no se ordena, el que recibe el impacto de la dificultad es el alumno.

¿Y cuál sería el desafío para cada día?

VR: No arrastrar el problema del día anterior. Si ignoro el problema de hoy, va a quedar, mañana se le suma otro y sigo sumando dificultades. Cuando sumo problemas, emerge la patología. A los chicos hay que darles propuestas interesantes y creativas con las que ellos puedan actuar. La capacidad de los chicos es impresionante, sobre todo para reconocer su realidad familiar. Es muy importante, entonces, no estigmatizar ni poner etiquetas a la realidad que observamos y que a cada uno le toca vivir.

La tarea para la casa y las vacaciones ¿cuál sería?

VR: Observación y reflexión permanentes para que, si se plantea un problema, encontremos la solución. La resiliencia es la fortaleza oculta que tiene cada familia; es igual que una perla, está en la ostra, pero si no entra la arena, la perla no se forma. Acá es lo mismo; está la resiliencia, pero si no está el problema, no se desarrolla. Entonces, en vez de criticar las dificultades, encontremos que, en esa misma instancia donde está la dificultad, está la capacidad. Animémonos a activar la capacidad.

Entrevista realizada por Yolanda López y Romo para la Revista "Psicología Positiva"

(1) Verónica Rodríguez es docente, estudió Humanología en la Universidad del Museo Social y se graduó como Orientadora de Familia en la Universidad de Navarra, España. En el CONICET perfeccionó su formación en equipos de investigación educativa. Se desempeñó como consultora de Unicef Argentina y como Directora del Área Niñez y Adolescencia del Secretariado Nacional para la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina. Publicó entre otros libros y junto con otros actores: "La protección y formación integral del menor" y "Psicología preventiva y de la salud, niñez, adolescencia y familia: aprendiendo a cuidar a los que cuidan"

Agradecimiento: a Revista Psicología Positiva y a la Lic. Verónica Rodríguez por permitir la reproducción y difusión de esta entrevista en "Redescubrir"

No hay comentarios.: