domingo, 8 de agosto de 2010

¿Abuelas o esclavas? un sindrome del siglo XXI



Las sobrexigencias familiares a las que están sometidas muchas mujeres maduras despiertan alerta entre los médicos

Cada vez más lejos del estereotipo que las identifica con la mecedora y las agujas de tejer, las abuelas se han convertido hoy en un pilar clave para el funcionamiento diario de un gran número de familias. Con padres absorbidos por compromisos laborales que los obligan a pasar gran parte del día fuera de casa, son ellas quienes se ocupan muchas veces de cuidar a los nietos, darles de comer, llevarlos al colegio y hasta criarlos. Pero este cambio de rol que viene dándose en las últimas décadas ha instalado con él una peligrosa amenaza que algunos médicos creen que va camino a convertirse en nueva pandemia del siglo XXI: el Sindrome de la Abuela Esclava.

Detrás de esta denominación, tal vez un poco violenta, se engloba una larga lista de dolencias emocionales y físicas que médicos y psiquiatras aseguran advertir cada vez con mayor frecuencia en sus consultorios. Su causa, explican, tiene un mismo origen: la sobrecarga de exigencias que asume sin darse cuenta una creciente cantidad de mujeres al ingresar a la tercera edad.

Aunque poco identificado como una amenaza entre las mujeres maduras, este fenómeno se ha convertido en un tema de enorme preocupación para los organismos de salud del mundo por el altísimo costo que implica para los sistemas sanitarios. La propia OMS, que vislumbra en el Sindrome de la Abuela Esclava una pandemia de este siglo, recomendó aumentar los recursos para mitigar sus efectos, y el último Congreso de la Sociedad Argentina de Geriatría acaba de dedicarle un capítulo especial para generar mayor conciencia en su diagnóstico.

El Síndrome de la Abuela Esclava es una enfermedad grave que afecta a mujeres maduras sometidas a una sobrecarga física y emocional, y que origina un progresivo desequilibrio tanto somático como psíquico. Sus manifestaciones más clásicas son la hipertensión arterial, la aparición de diabetes, la sensación de cansancio crónico, la ansiedad y los cuadros depresivos, por mencionar sólo algunos trastornos que provoca.

"Las propias mujeres que lo padecen no pueden explicar muy bien qué es lo que sienten. Dicen `me duele todo`o `ando un poco desanimada`; y suelen atribuir eso a achaques propios de la edad cuando en realidad lo que les pasa es producto de la sobrecarga de exigencias familiares que ellas mismas asumen", detalla la doctora Sara Iajnuk, médica geriatra y miembro de la Sociedad Argentina de Geriatría.

"Uno de los mayores problemas del Sindrome de la Abuela Esclava es que se alimenta de la propia culpa -señala por su parte la doctora Virginia Viguera, psiquiatra especialista en geriatría-. Genera mucha culpa para algunas abuelas negarse a hacerse cargo de los nietos para preservar cierta autonomía. Es así que sostienen roles que no son los suyos y que resultan a la larga enormemente riesgosos para su salud".

Predisposición

Si bien las sobreexigencias familiares suelen recaer hoy sobre un gran número de abuelas, no todas -explican los médicos- llegan a desarrollar un sindrome a causa de ellas. Tiene que conjugarse además cierta predisposición relacionada con la capacidad de defender los propios espacios de autonomía. Es así que el fenómeno tiende a identificarse con ciertos perfiles.

"El caso típico es el de una ama de casa, extremadamente ordenada y responsable, que tiene todos sus intereses puestos en el ámbito doméstico. Ronda los 60 años, es todavía joven y sana, y sobre todo le agrada mucho lo que hace. Es así que no tiene problemas en asumir con naturalidad el cuidado casi constante de sus nietos, que muchas veces realiza a la par del cuidado de sus padres mayores. Y como es una persona fuerte, dedicada a su familia, no sólo sus hijos sino también sus hermanos y otros parientes buscan apoyo en ella, que jamás se niega", detalla Iajnuk.

"El hecho es que con el tiempo sus responsabilidades crecen. Y aunque ella no se da cuenta, su capacidad física y mental se resiente. Así hasta que en un momento su fuerza de voluntad ya no le alcanza para seguir sosteniendo tantas responsabilidades, pero a su vez es incapaz de alivianarlas. Entonces empieza a sentirse mal: es probable que empiece a sufrir hipertensión, taquicardia, desórdenes metabólicos, diabetes, colesterol elevado, caídas constantes... un malestar generalizado que ella atribuye a los achaques de la edad", señala la geriatra.

"Pero además -agrega Iajnuk- como esa misma abuela se siente mal y no consigue sostener tantas responsabilidades, se autoculpa pensando que ya no sirve de nada; entonces a todo lo que le pasa se le empiezan a sumar síntomas de depresión y el cuadro empeora; porque el mismo estrés hace que los medicamentos no funcionen como se espera".

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