miércoles, 4 de agosto de 2010

Día del Párroco a la luz de Aparecida


El Documento de Aparecida nos dice que los Párrocos son esencialmente animadores de una comunidad de discípulos misioneros. El tan difícil momento que nos toca vivir, con grandes desafíos, crisis de valores y de identidad, los Párrocos tienen una misión sumamente difícil pero a la vez apasionante como es, adaptar la parroquia para que siga siendo un lugar de encuentro para todos.

Pero para lograr este objetivo, la parroquia requiere de una renovación que exige de los párrocos y sacerdotes que lo acompañan, actitudes nuevas.

Aparecida en su art. 201 señala que " La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia. Pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración".

¿Cuántas veces nos encontramos con algunos párrocos que comenzaron a ejercer su ministerio enamorados de su misión pero luego los vimos sumergirse en las tareas propias de un administrador?

¿Y qué hacemos los laicos?.

Aparecida en su artículo 202 señala justamente cuál es nuestra función: "Pero, sin duda, no basta la entrega generosa del sacerdote y de las comunidades de religiosos. Se requiere que todos los laicos se sientan corresponsables en la formación de los discípulos y en la misión. Esto supone que los párrocos sean promotores y animadores de la diversidad misionera y que dediquen tiempo generosamente al sacramento de la reconciliación. Una parroquia renovada multiplica las personas que prestan servicios y acrecienta los ministerios. Igualmente, en este campo, se requiere imaginación para encontrar respuesta a los muchos y siempre cambiantes desafíos que plantea la realidad, exigiendo nuevos servicios y ministerios. La integración de todos ellos en la unidad de un único proyecto evangelizador es esencial para asegurar una comunión misionera.

Una parroquia es una comunidad de discípulos misioneros que requiere la superación de cualquier clase de burocracia. Son muchas las tareas que los párrocos pueden delegar en los laicos como discípulos misioneros, simplemente deben confiar y hacer crecer ese fermento que llevamos cada uno en nuestro ser animados por una espiritualidad de comunión misionera que conduzca a toda la comunidad a ser medios de expresión y crecimiento para llegar a todos, especialmente a los alejados.

Hoy también, en una sociedad que se encuentra en plena tarea de cuidar y fortalecer el matrimonio y la familia, el Párroco tiene una gran responsabilidad, la de reconocer a la familia como la primera y más básica comunidad eclesial, en la cual se viven y transmiten los valores fundamentales de la vida cristiana ya que habrán de reconocer que en este sentido, la familia encuentra bastantes dificultades y la Parroquia no sólo debe llegar a sujetos aislados, sino a la vida de todas las familias, para fortalecer su dimensión misionera. El Párroco deberá ser capaz de poner a disposición de las familias, todos los recursos y personas capaces de animar una verdadera, adecuada y ardorosa Pastoral Familiar.

Para concluir con esta reflexión, valen las palabras que pronunció el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge M. Bergoglio al clero de San Isidro sobre la tarea de los Presbíteros a la luz de Aparecida,

"Siguiendo el Documento de Aparecida sobresalen tres categorías a tener en cuenta para la vida y el trabajo del sacerdote en la ciudad: encuentro, acompañamiento, y fermento. El presbítero, hombre que sale al encuentro, que acompaña y que es fermento (con sus cualidades de ver lo íntegro en lo fragmentado y de un modo de actuar más propositivo que impositivo).

Las tres categorías suponen cercanía, projimidad, salir de sí ... dicho en lenguaje simplificado: salir a la calle, salir al encuentro; lo cual no quita la necesidad del repliegue existencial y espiritual hacia el otro encuentro, el que está en la base, el encuentro con Jesucristo para discipularse, dejarse acompañar y recibir del Espíritu la gracia de dejarse integrar en la Iglesia".
San Isidro, 18 de mayo de 2010

¡Feliz día del Párroco y que el Espíritu Santo los siga iluminando para llevar adelante la tarea de ser el Buen Pastor para todos!

Texto: María Inés Maceratesi

Foto: En el día del Párroco, un testigo verdadero discípulo misionero de Jesucristo: Padre José María Di Paola (Padre Pepe), Párroco de la Villa 21, integrante del Equipo de Sacerdotes para las villas de emergencia, luchador incansable contra la droga y la pobreza.

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