viernes, 20 de abril de 2012

Reflexiones sobre la violencia



Por Antoni Pedragosa

Hay una gran masa amorfa de población que no opta por la violencia pero tampoco opta por el amor a la vida, sino que muy influenciada por los medios de comunicación se refugia en un consumismo acrítico

Vi un cortometraje que me estremeció. Trataba de los niños soldado. La forma y la gratuidad con que se enseña la violencia a aquellos niños era brutal. El que comentaba el reportaje decía que había visto como se daba dinero a los niños para que mataran a determinadas personas. Uno, al ver esto, se queda triste y anonadado. No se puede hacer mayor daño a estos menores que introducirlos en el mundo de la violencia, del desprecio por la vida y del dinero fácil. Después, en el mismo reportaje, se podía ver las dificultades que comportaba la reinserción, porque, por una parte, los menores con un arma en la mano se sienten poderosos. Por otra parte, no resulta fácil, en un mundo de pobreza, renunciar a un dinero fácil. Por último, el temor a las represalias de las mafias que los reclutaban acababa de cerrar el círculo infernal del que resulta tan difícil salir.

Unos días después, fui invitado por una ONG a un acto que divulgaba la acción humanitaria que llevaba a cabo en Etiopía, de carácter sanitario y educativo, en favor de un numeroso colectivo de infancia abandonada. Era bonito ver el entusiasmo con que hablaban aquellos jóvenes voluntarios de las características de la acción. Aquí veíamos la cara de la moneda. El amor por la vida, y la ayuda a los que más lo necesitan. La cruz de la moneda era la otra opción: optar por el desprecio de la vida, la barbarie y la violencia.

En medio de estas dos opciones, hay una gran masa amorfa de población que no opta por la violencia pero tampoco opta por el amor a la vida, sino que muy influenciada por los medios de comunicación se refugian en un consumismo acrítico, que les incapacita para la gratuidad, la generosidad y la entrega a los demás. El consumismo parece no ser violento en si mismo. Pero, alerta..., no nos confundamos. Bajo su apariencia inocua, encierra formas de violencia poco visibles pero presentes en sus formas de producción y de distribución. Con frecuencia, la fase productiva no respeta los derechos humanos, y la fase distributiva no cumple con lo que debiera ser un comercio justo. Añadamos aquí que, deliberadamente, no se producen artículos para que duren mucho, sino al contrario, se hacen de corta duración para acelerar el consumo. Se cambian las modas para que lo de esta temporada no sirva la temporada próxima. Esto que favorece a las grandes marcas perjudica a las economías domésticas que, con frecuencia, se endeudan. He aquí otra forma de violencia.

Me vienen a la mente dos frases de Martin Luther King que ilustran perfectamente la situación. Una dice: "La violencia, unas veces se ve, otras veces está escondida debajo de las piedras". La otra dice: "La violencia crea mas problemas que los que resuelve". Otro gran apóstol de la no violencia, Gandhi, decía que: "Lo que se obtiene por la violencia solo se puede mantener con mas violencia". Estas opiniones, de una gran solvencia moral, nos sitúan delante de un escenario que pone de manifiesto que la violencia nos lleva a un callejón sin salida. Hay que desmarcarse de todo aquello que, visible o invisiblemente, haga un cierto tufillo de violencia. Hay que actuar de una forma decidida por la única opción que garantiza un futuro mejor para la humanidad.

No se trata de buscar un crecimiento tan absurdo como innecesario, que lo único que hace es engordar a los que ya están gordos. Se trata de tener una mirada mas limpia, mas inteligente, mas justa, que genere entusiasmo, para hacer del mundo una gran familia de pueblos donde nadie abuse de nadie, donde el dominio de unos sobre otros se transforme en cooperación de unos con otros, y donde la distancia entre ricos y pobres se vaya reduciendo progresivamente. Y, finalmente, dejadme que me desahogue con una carga de fondo. El célebre ‘Consejo de Seguridad’, organismo que según sus estatutos fundacionales debe velar por la paz y la seguridad en el mundo, está en manos de los seis países que son los principales productores de armamento. ¿Tiene esto sentido?

Fuente: Forum Libertas





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