domingo, 29 de abril de 2012

Si el deber de fidelidad matrimonial no tiene valor social, ni legal, ningún otro valor originado en la convivencia lo tiene



Por Liliana Angela Matozzo

La preparación matrimonial debiera incluir mínimos conocimientos legislativos sobre el matrimonio, la procreación y la educación de los hijos.

Obviamente, que cuando el adulterio dejó de ser un delito penal, todo se vino abajo. Si el deber de fidelidad entre cónyuges no es exigido legalmente y penado su incumplimiento, ya no quedan más deberes para lo que se origina en el matrimonio (hijos). Es más penado librar un cheque sin fondos, violar la affectio societatis, que la affectio maritatis.

Los mismos jueces de familia se matan de risa al oír hablar de adulterio e insisten a las ex esposas durante las audiencias en no proseguir con divorcios contradictorios, “porque les aseguran bajo presión que es mejor conciliar, porque las culpas generalmente se reparten, o bien podrían caer sobre ellas mismas”.

Entonces, ya nada importa: si no es fiel, si no pasa alimentos, si golpea a sus hijos, si los usa como botín de guerra, si los trae cuando le da la gana en el día de visita: TODO VALE.

Si se quieren asumir las responsabilidades del matrimonio, hay que hacerlo con todas, no con una parte nada más. El deber de alimentos, asistencia, cohabitación, débito conyugal, debe estar sustentado en el deber de fidelidad, y nuevamente punir penalmente el adulterio. El que se quiera ir con otra u otro, debe ser honesto, plantearlo y pedir el divorcio.

No se debe engañar a un cónyuge. A partir de allí, los hijos verán a sus padres con más respeto, porque se responsabilizan por lo que hacen. De este modo, TODO VALE. Y ven que el cónyuge adúltero es casi un ídolo social, sobre todo si la cambia por un modelo nuevo.El que no quiera responsabilidades que no se case.Ahora, le podemos decir a alguien “que no tenga hijos”, sin ser totalitarios, de acuerdo con las leyes de salud reproductiva.

Debemos exigir legalmente que se arbitren medios para cumplir con el deber de asistencia, educación, alimentos, etc.

Y el beneficio debe ser extensivo a quien tiene los hijos bajo su custodia.
No se puede martirizar al que tiene la tenencia con 3 trabajos, no dormir, no ocuparse de sí mismo, y premiar al abandónico con días de visita “de joda” sin ninguna obligación, ni siquiera la de cumplir con la cuota alimentaria que realmente necesitan sus hijos.

Siento espanto cuando oigo algún juez o jueza dirigirse al incumplidor y preguntarle “sin que se vaya a ofender”, ¿cuánto puede pagar?, teniendo a la vista el sueldo de 10.000$ del tipo y su traje de marca, rolex, etc.
Peor, si la madre reclama, la miran enojados y le dicen “cállese, estamos negociando la cuota”.

¿De qué negociación hablan?

Los alimentos son una obligación legal, con base en derechos humanos fundamentales y en el interés superior del niño, no una negociación.
Y allí va todo. O sea, las obligaciones más “light”, son las de la familia.
Por ello, aparecen grupos alternativos que captan a la gente: ej, sectas, bandas, templos de artes marciales, grupos de boy scouts, hermandades, cofradías, etc.. Allí hay reglas firmes, deberes firmes y castigos terribles para quienes no los cumplen. Los chicos a veces prefieren eso, en vez de la desarticulada familia en donde todo se mueve en una ciénaga de diaria devaluación.

Las relaciones de familia, se han convertido en las relaciones más impunes y menos valiosas para la ley y la justicia. ¿Y para la sociedad?
¿Tiene relevancia la familia como protagonista de la vida política, social, laboral, etc…? ¿O constituye un estorbo a planes de dominación? Un hombre solo, sin familia, es más fácil de dominar que toda una familia.

¿Qué hijos pueden salir de todo esto?

Si no se apuntala el matrimonio, si no se revaloriza la paternidad/maternidad, es difícil que los derechos de los niños, de los ancianos, de las mujeres embarazadas, de los enfermos y discapacitados, dejen de ser una declamación con la que muchos políticos se llenan la boca.

¡Destruyendo a la familia, se condena a la sociedad a un suicidio colectivo!


(*)Abogada, Doctora en Ciencias Jurídicas
Fuente: Parlamentario.com

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