sábado, 12 de junio de 2010

Entrevista al P. Gabriel Bautista, responsable de la Comisión de Medio Ambiente de la Arquidiócesis de Buenos Aires

"Somos pastores de la Creación"
por Lis Anselmi
El P. Gabriel Bautista es responsable de la Comisión de Medio Ambiente de la Arquidiócesis de Buenos Aires. y nos habla de las cuestiones ecológicas que nos afectan.

-¿Cómo nace la Comisión?

-La Comisión de Medio Ambiente de la Arquidiócesis la creó el cardenal Quarracino en 1992, cuando se realizó la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. La anterior se había efectuado, en 1972, en Estocolmo; en 2002, se hizo Río + Diez, en Johannesburgo, y, en el 2012, se llevará a cabo la próxima. Si bien, en Europa, el movimiento ecológico ya estaba instalado desde los 70, en 1992, se alcanzó una especie de conciencia planetaria y, entonces, se decidió formar una comisión para que la Iglesia pudiera prestar su voz específica sobre el tema.

-Juan Pablo II menciona la ecología como una cuestión moral.

-Sí, social y moral, pero también abarca una dimensión propiamente ideológica, porque tiene que ver con la justicia, en el artículo 41 de nuestra constitución, se establece como un derecho de todos el vivir en un medioambiente sano, que nos facilite la vida. Juan Pablo II realza lo más teológico, que la creación es un don de Dios para todos, la creación refleja al creador, con su belleza, su magnificencia, su diversidad. Estos son los temas que trato en la Comisión. Además, hay un diálogo con la ciencia, porque las cuestiones ambientales también se relacionan con la ciencia.

-¿Cuál te parece el principal problema relacionado con la ecología en la Argentina?

-Nuestra comisión, por estar dentro de una diócesis urbana, plantea desafíos muy importantes que son parecidos a los de todas las grandes regiones metropolitanas, aun las de los países desarrollados, pero el problema más grave es la cuestión administrativa, porque no hay una gestión coherente con una política de fondo. El principal desafío es una política que vaya más allá de los funcionarios de turno, que se refleje en los hechos, que plantee un desarrollo sustentable que es usar, sin abusar. Los recursos deben ser accesibles a las generaciones futuras, que, en realidad, según los pronósticos de medios más avanzados, se trata de 30 o 40 años, o sea que cuando hablamos de generaciones futuras, nos referimos a bisnietos. Aun así cuesta que se haga carne esta cuestión.

-¿Por qué crees que pasa eso, es una cuestión económica, algo propio de esta cultura donde lo que importa es facturar y lo demás es secundario?

-Ahí entra lo que decía Juan Pablo II sobre la cuestión moral: nuestra condición humana nos hace buscar lo que nos satisface hoy sin importar lo que vaya a pasar mañana. El diario New York Times planteó como “avaricia” lo que nos pone en esta situación. Pero también es importante tener una mirada positiva, porque se han hecho muchas cosas, hay legislación, conciencia, gente movilizada, grupos, instituciones. Está todo reglamentado, pero se necesita también una ciudadanía activa para que, aun con varias dificultades, las cosas se vayan haciendo. Cuando uno toma conciencia, va adoptando un compromiso con la integridad del medioambiente.

-¿Y cómo participa en esto la Iglesia?

-En teología, se está desarrollando mucho, incluso como cuestión de género. Existe una postura, en los países desarrollados, que señala que la explotación de la naturaleza estuvo siempre ligada a la explotación de la mujer, que la mujer fue igualada a la naturaleza, y, entonces, el sistema patriarcal, el machismo dominante, explotaba a ambas. También hay otras cuestiones teológicas, como la posición del ser humano con el Dios creador. El jesuita Pierre Theilhard de Chardin fue un iniciador en estas cuestiones, él trató de integrar el evolucionismo dentro del contexto religioso, ver a la creación también como resultado de un proceso evolutivo. Debemos decir, sin miedo, que somos mamíferos evolucionados, y, desde la teología, somos imagen y semejanza de Dios. El ser humano es responsable de sí mismo, de los demás y de la creación, somos los pastores de la creación; y lo interesante es que esta creación no está terminada, la seguimos haciendo nosotros. La Iglesia cree que van a venir los cielos nuevos y la tierra nueva, en cierto sentido, todo el universo va a ser renovado.

-¿Cómo?

-Todo lo que nos rodea y el universo están en proceso de pascua. Un insoslayable aspecto de muerte comprende todo, hasta el sol que, en 50.000 millones de años, va a pasar por las etapas Gigante Rojo, Enana Blanca y va a colapsar. Ese sol del cual dependemos nosotros. Una muerte físico química, pero creemos que, dentro de esa línea entrópica, hay una que nos lleva a una línea más plena. Chardin identificaba la Pascua de Jesús con eso, él lo llamó el Punto Omega hacia el cual todo tiende a plenificarse, y eso está en el Apocalipsis. Entonces, vamos del Génesis de la creación al Apocalipsis de los cielos y la tierra nueva, y todo lo bueno va a formar parte de esa creación restaurada, yo creo que todo lo bueno va a permanecer, las obras de muerte no.

-Distintas creencias plantean lo mismo.

Porque forma parte de la vocación humana, en todos, late ese anhelo de ser más, de vivir más plenamente. Nadie quiere ser infeliz, todos buscamos la felicidad, sólo que, a veces, buscamos por caminos equivocados.

-¿Cómo se relaciona el medioambiente con la salud?

-Están muy unidos, y habría que tener una visión de salud integral, gran parte de los problemas de salud se empezarían a resolver, si se solucionaran cuestiones ambientales, porque medioambiente es todo, acá es el reloj, el cuadro, los muebles, la luz, la ventana, por eso se dice que el medioambiente es una cuestión transversal; es una dimensión presente en todas las disciplinas.

-En Buenos Aires, uno de los problemas es el agua, las inundaciones.

-Sí, uno de nuestros graves problemas es nuestra relación con el río, el agua, los arroyos entubados, el sistema hídrico y la basura. En las áreas metropolitanas, el corazón de manzana cambió mucho, está todo pavimentado, ya no hay tanto verde. Con cada edificio nuevo, se tira una casa que tenía un fondo con un parche verde, y ese parche es reemplazado por un playón de cemento donde se estacionan autos. Por lo tanto, la manzana tiene cada vez menos efecto esponja, y ese agua drena, no es absorbida, y busca salir por algún lado, desbordando los pluviales. La ciudad perdió efecto esponja, y aumentó el efecto escurrimiento.
Fuente: Revista San Pablo on Line - Video: You Tube



No hay comentarios.: