Por Javier Úbeda Ibáñez
Tradicionalmente, los profesionales de la información tenían como finalidad su independencia, que servía como salvaguarda de su objetividad a la hora de desarrollar su actividad periodística. Hoy, desgraciadamente, la profesión informativa se encuentra en connivencia con el poder político y el poder económico. Los medios de comunicación conciertan alianzas con el mundo empresarial y de las finanzas. Ello contribuye a convertir la información en un asunto exclusivamente mercantil y a alejarla de los intereses del público. Se va extendiendo así la desconfianza hacia los profesionales de los medios de comunicación, que cada día son más parciales.
Algunos informadores están sometidos a presiones morales, financieras, ideológicas y políticas. Ante ello, sólo una conciencia ética sólida y vigorosa constituye el mejor antídoto ante las incitaciones a la corrupción. La corrección ética es la mejor defensa de la credibilidad profesional en materia de información. Es la ética profesional la que enseña a los informadores a escuchar y aprender de las críticas del público, así como a defenderse de los poderes políticos y económicos mediante el ejercicio de la legítima libertad de expresión al servicio del bien común. La profesionalidad informativa exige cada vez más conocimientos y más sentido de responsabilidad. La responsabilidad del informador es el ejercicio razonable de la libertad de expresión y es un asunto primordial y específico de la ética. La relación entre competencia profesional y responsabilidad ética es muy estrecha. Sin embargo, no se puede exigir responsabilidad a quienes no son libres.
Una utilización libre y responsable de los medios de comunicación es una utilización ética de los mismos. Los informadores han de estar provistos de dos cualidades esenciales para utilizar correctamente estos instrumentos mediales: la libertad y la responsabilidad, es más, estos dos elementos aparecen como indisolubles, ya que, sin responsabilidad, la libertad puede tornarse en abuso, y la responsabilidad no existe allí donde uno no es libre, sino que actúa con sometimiento o vasallaje hacia otro. La libertad y la responsabilidad en el uso de los medios de comunicación garantizan la salvaguarda de la verdad, la solidaridad y el respeto a la dignidad humana, tres exigencias ineludibles que deben prevalecer en el entorno mediático si no se quiere caer en la desinformación y en la manipulación de la persona, con todo lo que ello puede acarrear de efectos funestos y degradantes.
Algunos informadores están sometidos a presiones morales, financieras, ideológicas y políticas. Ante ello, sólo una conciencia ética sólida y vigorosa constituye el mejor antídoto ante las incitaciones a la corrupción. La corrección ética es la mejor defensa de la credibilidad profesional en materia de información. Es la ética profesional la que enseña a los informadores a escuchar y aprender de las críticas del público, así como a defenderse de los poderes políticos y económicos mediante el ejercicio de la legítima libertad de expresión al servicio del bien común. La profesionalidad informativa exige cada vez más conocimientos y más sentido de responsabilidad. La responsabilidad del informador es el ejercicio razonable de la libertad de expresión y es un asunto primordial y específico de la ética. La relación entre competencia profesional y responsabilidad ética es muy estrecha. Sin embargo, no se puede exigir responsabilidad a quienes no son libres.
Una utilización libre y responsable de los medios de comunicación es una utilización ética de los mismos. Los informadores han de estar provistos de dos cualidades esenciales para utilizar correctamente estos instrumentos mediales: la libertad y la responsabilidad, es más, estos dos elementos aparecen como indisolubles, ya que, sin responsabilidad, la libertad puede tornarse en abuso, y la responsabilidad no existe allí donde uno no es libre, sino que actúa con sometimiento o vasallaje hacia otro. La libertad y la responsabilidad en el uso de los medios de comunicación garantizan la salvaguarda de la verdad, la solidaridad y el respeto a la dignidad humana, tres exigencias ineludibles que deben prevalecer en el entorno mediático si no se quiere caer en la desinformación y en la manipulación de la persona, con todo lo que ello puede acarrear de efectos funestos y degradantes.
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